Sunday, October 18, 2009

Desencuentros cercanos del tercer tipo


El cine de ciencia ficción ha relatado muchas veces el encuentro entre la raza humana y los extraterrestres que, con buenas o malas intenciones, arriban a la Tierra. Desde Los secuestradores de cuerpos (1956) hasta El día de la independencia (1996), los extraterrestres han sido retratados como especie malévola que intenta depredar nuestro planeta apoyada en su superioridad tecnológica, hasta que el ingenio humano encuentra la forma de superar esa asimetría inicial. Algunas de las películas del género tienen en común la actitud optimista respecto de la naturaleza humana: lo que nos distingue no es tanto la superioridad intelectual o la capacidad tecnológica, sino el compromiso con una conciencia ética que nos llevaría a enfrentar la adversidad generando vínculos solidarios con quienes se han convertido en víctimas involuntarias.


Sector 9
, la película dirigida por Neill Blomkamp, tiene como punto de partida una premisa distinta: hace casi 30 años, una nave extraterrestre gigante se instaló sobre Johannesburgo y, tras algunos meses de inactividad, una coalición internacional decidió ingresar  a ella para romper la espera, sólo para encontrar a miles de seres parecidos a langostinos, enfermos y muriendo de hambre, a quienes se recluye en un campamento de refugiados. Con el tiempo, los humanos habrían comenzado a hartarse de los extraterrestres, a estigmatizarlos como indeseables y a humillarlos y maltratarlos con el pretexto de su supuesta inferioridad y debilidad. Entonces, la coalición decide trasladar a los extraterrestres a otro campo de aislamiento, en condiciones peores, donde se evada la vigilancia de los defensores de los derechos de las especies racionales. Al frente de la misión de reinstalación de los extraterrestres se coloca a Wikus Wan De Merwe, burócrata de la coalición, quien experimentará en carne propia lo que significa ser un paria social, obligado a intercambiar el papel de perseguidor con el de la víctima.


Sector 9
es una película notable por varias razones. Primero, por la audacia realizar, a la vez, un homenaje y una crítica al género de la ciencia ficción. Blomkamp dinamita la idea de que el encuentro entre humanos y extraterrestres tendría que ser motivo de aprendizaje moral, cuando lo que en la película ocurre es que los primeros acaban mostrando su instinto predador frente a los segundos a causa de su debilidad. Como en la mayoría de las películas del género, los extraterrestres poseen una tecnología que los humanos codician, pero ésta coexiste con la miseria y el empobrecimiento de la calidad de vida que resulta de vivir en lo que se parece mucho a los barrios miserables que rodean a las ciudades más prósperas de la Tierra. Para acentuar esta sensación de asfixia y degradación de los extraterrestres sojuzgados por los humanos, la dirección de arte se coloca a medio camino entre Star Wars y Slumdog Millionaire.


Sector 9
sigue el gradual proceso de pérdida de la inocencia de Wikus, quien al principio aparece como el frío operador del desalojo de los extraterrestres, sin ocultar la lástima y la condescendencia que ellos le generan; y, hacia el final de la historia y a causa de un accidente que lo lleva a buscar refugio en el campo de confinamiento, él tendrá que desechar su visión simplificada del conflicto entre opresor y oprimido, para desarrollar todas las estrategias de sobrevivencia que le han permitido a los extraterrestres sortear la crueldad humana. Y aunque el cine de ciencia ficción siempre nos hace poner los ojos en un futuro muy distante o en territorios ajenos a nuestro planeta, Sector 9 nos obliga a mirar, desde la perspectiva de la indefensión de los extraterrestres en los campos de internamiento, los mecanismos que nos llevan a discriminar, aquí y ahora, a todo el que aparece como diferente y ajeno a la cultura mayoritaria. Una parte importan de la verosimilitud de este discurso recae sobre la estupenda interpretación que el sudafricano Sharlton Copley hace de Wikus y su gradual conversión en presa acorralada.


Finalmente, habría que decir que no es casual que la acción de
Sector 9 se sitúe en Sudáfrica –país que experimentó el régimen del Apartheid– y que su propósito sea hacernos experimentar la facilidad con que se puede caer en la vulnerabilidad y la miseria, a causa de la discriminación y la irresponsabilidad política que dominan nuestras sociedades. De manera muy pertinente, la película mezcla el registro documental –para dar voz a quienes están a favor y en contra de la ampliación de derechos de los extraterrestres y para mostrar a estos últimos buscando alimento en la basura o traficando con armas o favores sexuales– y el diario de guerra –sugiriendo que la historia siempre acaba siendo contada del lado de los vencedores. No obstante, Sector 9 concluye con una nota de optimismo, o mejor dicho, de disolución del pesimismo que probablemente nos defina mejor que otro rasgo como especie humana: no todo está determinado, siempre existe la posibilidad de crear lazos de solidaridad con quien es radicalmente diferente de nosotros, uno no puede transitar siempre por un mundo injusto con los ojos cerrados. El sacrificio –que da sentido último a Sector 9 como parábola sobre el intercambio de las posiciones del verdugo y la víctima– no es una postura heroica que resulte de la fortaleza moral de los seres humanos, sino la oportunidad de mostrar un poco de decencia con quienes hemos sido crueles la mayor parte del tiempo.


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La imagen se tomó de la colección de imágenes que los amigos de Sharlton Copley han subido a su perfil de facebook. El crédito pertenece a mandamick17 y más muestras de su trabajo se pueden encontrar en el siguiente link: http://mandamick17.deviantart.com/]