Wednesday, November 14, 2007

Con un amigo como Patrice…



[Para Monsieur David, quien seguro sabe ser un mejor amigo de primera]


Cuando me preguntan qué género de películas me gusta más que otros, nunca se la respuesta precisa. Dependiendo del momento, puedo elegir el melodrama estadounidense de la época de 1950, la comedia humanista a la Frank Capra o ese género que resulta cuando la historia se reduce al mínimo –como en Luz silenciosa o El cielo dividido– y sólo queda lugar para el lenguaje del cine en estado puro, explorándose la subjetividad y su relación con el tiempo que transcurre y nos modifica de manera gradual, como la arenilla que se desprende de la piedra hasta hacerla desaparecer. Pero, pensando mejor la pregunta, creo que el género cinematográfico que más me gusta es aquel donde dos personajes radicalmente opuestos, al entrar en contacto, acaban modificando su existencia –ampliando los límites de su mundo– y disolviendo su cinismo respecto de la posibilidad de salir del aislamiento. Tal vez este género ni siquiera exista como tal, pero películas como las de Mike Leigh –Secretos y mentiras– o las de Paul Thomas Anderson –Punch Drunk Love– son una muestra de esa idea a la que me refiero: de la manera en que, a partir del acercamiento entre dos personas diferentes, surge una relación, desencantada y frágil si se quiere, pero de la que se desprende una especie de solidaridad, que es lo que distingue los espacios auténticamente humanos de aquellos donde priva la ley de la selva.

Si hay un cineasta que haya explorado el momento improbable y misterioso en que dos personas se descubren, y el subsiguiente surgimiento de la simpatía y el deseo de descubrirse ante esos ojos ajenos que uno empieza a sentir como propios, ese es el francés Patrice Leconte. Lo ha hecho a través de más de veinte películas que son inclasificables e irreductibles a una lectura exclusivamente genérica. Leconte ha explorado la comedia –Tango–, la pieza –Íntimos desconocidos–, el cine negro –El hombre del tren–, la reflexión histórica sobre el pasado para alumbrar algún elemento del presente –Ridículo– o el drama existencial –El marido de la peluquera. Todavía no sé si sea justo etiquetar estas obras –orgánicas y chispeantes como el humor siempre lúcido de Leconte, que se inició en un grupo de improvisación en los cafés de París– de esta manera, porque etiquetar cualquier cosa es suponer que la conocemos perfectamente para descubrirla en lo fundamental. Porque cada nueva visión de una obra de Leconte, revela gestos en los personajes que habían pasado inadvertidos la primera vez –como la mirada de dulzura amarga de Matilde en El marido… o la de compasión orgullosa de la otra Matilde de Leconte, la que interpreta Judith Godreche en Ridículo. En cualquier caso, cada nueva mirada sobre una película conocida de Leconte sedimenta una nueva capa de emociones e interpretaciones, pero siempre permanece allí, intacto y en el centro, el eterno tema del cineasta francés: la aproximación que, desde posiciones antitéticas, ensayan, fracasan y vuelven a intentar, dos personajes a quienes Leconte encuentra abatidos al inicio de su narración.

Mi mejor amigo
, la más reciente película de Leconte hasta que su imaginación le insufle deseos de escribir y filmar de nuevo, es una nueva mirada sobre el eterno problema de la solidaridad humana y de cómo allí donde es más necesaria –en medio del cinismo más desencantado– se vuelve más difícil de enraizar. Leconte, como siempre, se aparta del naturalismo o del realismo. Él no quiere narrar desde una perspectiva psicologista, ni explicarnos por qué uno u otro personaje toman tal o cual decisión. Su objetivo es menos pretencioso, pero acaso más difícil de lograr: como Esopo, escoge el género de la fábula y narra, con pocos personajes, y poniendo atención en el diálogo y en los intercambios verbales, lo que podría denominarse como una breve película sobre la amistad. Francois Coste (el gran Daniel Auteil) es un corredor de arte, súbitamente fascinado por una vasija griega fabricada para celebrar la amistad entre dos hombres y la promesa de uno de llenar con lágrimas la propia vasija tras la muerte del otro. Francois, solitario y expulsado de todos los círculos sociales que no impliquen una relación laboral, será retado por su socia para encontrar a fin de mes a alguien que pueda decir con toda propiedad que es su mejor amigo. De manera torpe, Francois se embarca en una reflexión sobre el significado de tener un mejor amigo, alguien que se sacrificaría sin más por uno, a quien no se le tendrían que explicar los chistes de los que nadie más que él se ríe, una persona que es capaz de cuidar las cosas más queridas por nosotros como si fueran de su propiedad. Y en el camino se encuentra con Bruno, un taxista de buen corazón a quien Francois identifica como una persona naturalmente simpática, es decir, lo opuesto de él mismo. De su relación con Bruno, Francois encontrará que un mejor amigo es inclasificable e indefinible, pero vital como la propia respiración. No me atrevería a decir más sobre la película de Leconte, tan deliciosa y breve como la cubierta de la créme bruleé, y tan incisiva y agradable como una fábula de Esopo. Sólo diré que me hubiera encantado verla en compañía de mi mejor amigo, a no ser porque a él el trabajo lo tiene secuestrado.

9 comments:

Arkturo said...

Si me preguntarán sobre cual es mi cine favorito, sin ningun problema apostaría hacia el Drama y la Comedia Negra.... Yo no sé mucho de cine, bueno digamos que me defiendo, pero aún necesito experimentar más sabores, y por ello es que creé desde hace dos años mi Propio Festival, en donde en casa con las comodidades que uno se pone, hago mi propia selección, y designo mis palmarés...

Dentro de las historias que más me encanta ver, estan las historias entrelazadas, como las de tu "admirado" González Iñarritu, que por cierto solo me gusta su primera obra y la segunda aún no la he visto. Pero que más allá de que se cataloguen como entrelazadas, vivan un realismo que puede ser colectivo, y ese mismo realismo que en hilo se valla desplegando como una larva por toda una mancha social. El otro cine que me gusta es el de Humor Negro, como el de "El Cielo Abierto" una película que no me cansaré de recomendar, por lo tan sensible y humana que tiene en su escencia. El Humor negro como el que se sugiere poner a prueba en "Aqui No hay Quièn viva" me recuerda a Woody Allen en esas películas que casi no entendí, pero que en segunda vuelta, logré captar con tiroteo exacto. Dentro del humor negro creo que nace el realismo, y la oportunidad de crear historias tan magnificas y freaks, que puedan a poner como implicados a seres totalmente distintos.

Creo que allí podría mencionar a Punch-Drunk Love, que es una obra fantástica, y que más allá de que su magistral dirección te de un significado, yo logré verle el otro lado de lo subliminal del Sir Paul Thomas, la posibilidad de hacer algo así como hizo Miguel Albaladejo en "El Cielo Abierto", el unir a seres tan humanamente distintos, que tienen necesidades interiores.

El Cielo Dividido de Juliàn Hernández la ví no tiene mucho, y la verdad es que no me agradó bastante, la ví justo con Isaías un día que nos reunimos para comer algo en su casa, y ver unas cuantas pelís, y justo esas mayoriatarias escenas de sexo, nos cansaron aburriendo, y simplemente apagando la videcasetera. Julián allí me decepciona y no sé si sea para rato largo...

Te cuento que ayer ví una de las mejores PELICULAS, con M pues la considero hasta ahorita una de las mejores, que yo halla visto, y es que dentro del drama, que es puramente psicológico, hay una escencia muy rara, y disyuntiva que la hace olerla muy muy bien. Se llama "Das Experiment" y es de el alavado director Oliver hischbiegel, que ya he tenido oportunidad de conocerle con otra obra fantàstica "La Caída"

arkturo!

Zelig said...

La verdad es que a Leconte no lo he seguido mucho, a pesar de esa obra maestra que es "El marido de la peluquera", pero he de decir que me has despertado las ganas de ver este filme que desconocía (no sé si se ha estrenado aquí), más si cabe si cuenta con el gran Daniel Auteil (para mí, uno de los mejores actores de la actualidad). Veré si la encuentro

Saludos,

Z.

Nyman said...

Ahhhhh!

Que delicia!

Pero sobre todo, que agradecido con la dedicatoria!

=o)

Me has hecho el día, Mario. N'ombre...de verdad agradecidísimo de que hayas escrito sobre el director que más he seguido y el que de alguna forma, más me ha dejado.

Alguna vez comenté a mi amigo Paco Peña que...en mi caso, mi película favorita es "Monsieur Hire", tan dolorosa y nostálgica...y recuerdo que le decía que, me doy cuenta que llegan Yimou's con su despliegue visual extraordinario, ó Kar Wai's que cualquier película de él podría tranquilamente ostentarse como "mi favorita", pero hay algo en aquella peli de Leconte que me tiene anclado a ella y de la que no puedo separarme. La veo una y otra vez y sigue fascinándome. Y es curioso, me sigue pasando con sus demás obras, algunas más atractivas que otras, pero nunca carentes de interés y de sentimiento.

No he visto Mi Mejor Amigo y créeme que me pesa mucho que en estas tierras nomás sea tan dificil allegarse de este cine para verse en cartelera. Pero ya la veré, para constatar eso, que Leconte no defrauda y que cada vez se refina más...lo cuál me parece un verdadero deleite.

Te mando un súper abrazo y no sabes como me hubiese gustado ser el cuate que mencionas con él cuál habrías disfrutado MAS esta cinta.

David.

Silencio said...

Con Leconte no se que me pasa, me gustan sus películas y ahora que leo esto, diablos solo recuerdo los nombres.

Diablos!

Tendré que ir a ver esta.

Saludos

Sebastiana said...

No hay nada como esa falta de explicaciones... no hay que justificar cada cosa que haces y cada cosa que dices.

Unknown said...

Esta es una de esas películas deliciosas que te contrapuntean con la vocecita interior, ya sea para solo refunfuñar o sostener una larga platica..y bendito sea Dios, o el distribuidor cinematográfico que por fin la puso en cartelera!!!!

Y bueno si la viste sin el mejor amigo al lado…invéntale una cena a base de palomitas y sodas en su casa y renta la peli que mas!!!

g. neidisch said...

En otro blog alguna vez comenté que ciertos dramas van de la A a la Z (los de GArriaga por ejemplo) y escasean los que van de la M a la N o de la Y a la Z, como 'Luz Silenciosa', como 'El Cielo Dividido'.
Tú lo has expresado de una manera elocuente y menos hiriente. Cada vez ignoro menos que soy un ignorante...
Por cierto, qué [suerte|bueno|chingón|fortuna] tener un mejor amigo!

jotch said...

en momentos como éste dejo a un lado mi constante necesidad de empatía para instalarme por completo en la sorpresa de un niño que escucha.

el cine mínimo no me pertenece, me rebasa -ya existía en mi agenda hurtada una lista de no favoritos-; la polaridad y los instantes, en cambio, me los guardo como entrañables cada vez que los encuentro por ahí.

qué ganas de recibir el filme por estos rumbos. qué ganas de estar cerca y saberme dueño, si no único, primero de su percepciones.

el abrazo me lo guardo. lamento si mi enorme necesidad de brazos encima lo juzgan insuficiente.

el juntacadáveres said...

mmm... no la vi, me decidí por La môme, y me gustó claro... trataré de darme una vuelta...

respecto al cine que me gusta... pues no podría ser tan claro como tú al señalarlo, quiza porque creo que soy demasiado errático para eso de mis gustos...

saludos...