Conocí la obra del dramaturgo estadounidense Tony Kushner mientras buscaba ejercicios de juicio crítico que autores judíos hubieran formulado a partir de la historia de su propio pueblo. Lo que intentaba encontrar era un equivalente contemporáneo de aquello que Hannah Arendt denominó la tradición oculta del judaísmo moderno. De acuerdo con Arendt, en la literatura judía son más bien atípicos los autores que se ocupan de la responsabilidad y la acción políticas como las actitudes necesarias para dominar el pasado, para hacer soportable una historia de violencia y discriminación sin caer en los extremos que representan la victimización y la resignación a aceptar una historia que se observa como un destino inevitable. Arendt situaba entre los disidentes del judaísmo moderno a intelectuales de la talla de Heinrich Heine, Bernard Lazare, Franz Kafka y Charles Chaplin. Cada uno de ellos, a su manera –con las armas de la poesía, la disidencia política, la literatura del absurdo o del humor–, habría ido a contra corriente de una cierta comprensión que los judíos tendrían de su propia historia.
Para Arendt, los autores de la tradición oculta se habrían esforzado por mostrar que el absurdo del antisemitismo, la irrealidad de la conjura judía para dominar la economía mundial, la violencia absurda del campo de concentración o el sinsentido de ser arrojados a las cámaras de gas, no eran producto del destino, sino de la acción voluntaria de todos aquellos que colaboraron para la destrucción de los judíos y que reproducían acríticamente los prejuicios en su contra. En síntesis, la tradición oculta del judaísmo afirma la libertad sobre la necesidad histórica, la responsabilidad política sobre la resignación a dejarse ahogar por los poderes fácticos, la acción concertada sobre el individualismo que vuelve imposible cualquier vínculo solidario. Los derechos, para Arendt y Kushner, tienen que permitir un margen de libertades al individuo; pero para ampliar el disfrute de estos derechos, se necesita producir una solidaridad en el espacio público, que permita a cada persona identificarse con su semejante por el sólo hecho de requerir las mismas libertades para llevar una vida digna de vivirse.
Por eso, la obra de Tony Kushner me parecía que encajaba perfectamente con esta disidencia judía que tanto celebraba Arendt: en ésta se encuentra presente el humor, una reelaboración lúdica de ciertos elementos de la cultura judía, la crítica al conservadurismo que hoy se ha instalado cómodamente en los imaginarios políticos mundiales y, adicionalmente, una perspectiva sobre el derecho a la libertad sexual que vuelve esta lucha un asunto de justicia elemental que, si no se cumple, cuestiona hasta el fondo la legitimidad democrática de una sociedad. Cabe decir, que hace un par de años, Kushner fue duramente criticado por cierto sector radical de la comunidad judía, por escribir la adaptación de la historia en que se basó Munich, la película de Steven Spielberg.
Lo más interesante de la obra de Kushner es que todo lo anterior –un asunto muy serio como todos los que tienen que ver con el sentido de la justicia en el mundo moderno– es abordado desde una perspectiva irónica, cruel con algunos de los tesoros más preciados de la tradición judía, para poder ser solidario con la humanidad entera a partir de una exposición pública de lo que significa ser diferente en un mundo que sataniza la diferencia. Kushner es furiosamente lúcido al culpar a la sociedad entera por mantener en sus márgenes a los judíos y los homosexuales, pero también a las mujeres, a los afrodescendientes, a los ancianos, a los pueblos indígenas, a quienes no pueden conseguir un empleo por carecer de un traje, un armario para colgarlo y, en última instancia, una casa de la que éste sea parte. Y como todos somos responsables por la miseria que nos define, también todos tendríamos que hacernos cargo del problema. El mundo debería colapsarse para volverse a edificar sobre bases más justas; tendría que abolirse el individualismo extremo que hace a una persona votar por el candidato conservador porque se siente amenazada por el avance de los derechos de quienes son diferentes; valdría la pena cuestionar la propia idea de arte que impera en el mundo contemporáneo, si es que la valía de un creador se mide por la adaptabilidad de su discurso al marketing, a las camisetas o a los patrocinios de empresas multinacionales. Para mi, Kushner es un tipo admirable de los pies a la cabeza: por su escritura, por su compromiso social, por su sentido del humor, por su renuencia a suspender el diálogo incluso con quienes lo odian por ser judío y homosexual.
Hasta el momento, la obra magna de Kushner es Ángeles en América, representada en todo el mundo, y que incluso mereció una adaptación para la televisión bajo la dirección de Mike Nichols (responsable también de traducir en imágenes y con virtuosismo Wit y Closer). Kushner coloca a tres judíos seculares como protagonistas de su obra de teatro: Louis Ironson, el abogado mccartista Roy Cohn y el fantasma de Ethel Rosenberg, condenada a muerte en 1953 por espionaje y traición a Estados Unidos en un juicio en el que Cohn fungió como fiscal. Junto a ellos, Kusher sitúa a Prior Walter, protestante y pareja sentimental de Louis por cinco años, el matrimonio mormón que integran los hastiados Joseph y Harper Pitt, la madre fundamentalista de Joseph, un enfermero afroamericano y travesti llamado Belize y, finalmente, el Ángel de América que portará un mensaje apocalíptico para este mosaico multicultural de neoyorquinos eminentes.
Como puede observarse, la incursión de ángeles, fantasmas y versiones deformadas de personajes históricos en una trama que se inicia en 1985 –durante la presidencia de Ronald Reagan– y concluye con la incertidumbre política que trajo la caída del Muro de Berlín en 1989, no puede calificarse de realista. Sin embargo, la representación de sucesos políticos bien conocidos del pasado reciente, alternada con la escenificación de los delirios producidos por la ingesta de drogas o el avance del SIDA en el cuerpo de uno de los protagonistas, producen un juicio político sobre el lugar de la religión judía –o de cualquier otra, viéndolo bien– en el injusto mundo moderno.
La primera subversión del texto de Kushner en relación con la tradición judía ocurre en relación con la figura del Ángel de América, quien porta la orden de detener el movimiento humano o, de lo contrario, se acelerará el Apocalipsis. Prior está desarrollando los primeros síntomas del SIDA cuando su amante Luis lo abandona, incapaz de soportar el peso de la responsabilidad que significa cuidar a una persona que está condenada sin remedio a la muerte. Como consecuencia de su depresión y los delirios que le provoca la enfermedad, Prior ve al Ángel de América bajar hasta su habitación para revelarle que es un profeta y que la Nomenklatura Celestial de Ángeles Burócratas le ha confiado la custodia del Tomo de la Inmovilidad. El Ángel le revela a Prior que el fin de los tiempos está a punto de llegar, no por la voluntad de Dios, sino precisamente porque el mundo humano ha llegado a un estado final de caos como consecuencia del abandono de Dios. Tal y como los retrata Kushner, los ángeles debían de servir de enlace entre el plan divino y los seres humanos, pero en épocas de oscuridad aquéllos deben de tomar sus propias decisiones para salvar a la humanidad de experimentar dolores innecesarios. Dios puede desentenderse del mundo, pero no los ángeles, dada su parcial condición terrenal. Prior, quien ha presenciado durante los últimos cinco años la forma en que su pareja Louis ha construido una relación simultánea de amor y odio con la tradición judía, sabe que el primer sacrificio que Dios les pide a los profetas es renunciar a su humanidad, abandonar la posibilidad de recibir la bendición para ser ellos mismos quienes de ahora en adelante la administren. A diferencia de otros profetas de la tradición judía, Prior rechaza la encomienda del Ángel y obliga a éste a que lo lleve ante la Nomenklatura para revelarle el único mensaje que como profeta fallido puede transmitir:
Si alguna vez Él regresase, si alguna vez Él se atreviera a dar la cara, o su Aleph o su figura tallada o lo que sea en este Jardín otra vez… Si después de toda esta destrucción y de los días terribles de este siglo espantoso que Él nos hizo vivir, si Él regresase para ver… cuánto sufrimiento creó con su deserción. Si Él volviese habría que levantarle una demanda porque es un bastardo. Ésta va a ser mi única contribución a toda esta Teología: hacerle un juicio al bastardo por habernos abandonado, por habernos dejado tan solos. ¿Cómo se atrevió a hacerlo?
De acuerdo con Kushner, si es que existe, Dios se ha retirado del mundo para dejar un espacio suficiente para el ejercicio de la libertad humana, sufre porque la autonomía frecuentemente deriva en actos de violencia y crueldad extremas, pero sabe que no puede intervenir sino a costa de ejercer una forma de tiranía sobre la existencia humana. La libertad, es decir, la posibilidad de empezar de nuevo cada vez que la voluntad humana se lo propone, es la causa de que la abuela de Louis haya venido de Polonia a Estados Unidos para establecer de manera definitiva un fragmento del cielo europeo en la Quinta Avenida; la misma indeterminación de la voluntad es la que permite a Louis abandonar a Prior cuando descubre que él está infectado con el virus del SIDA. Y, aunque Louis haya renunciado a la práctica de la religión judía y no sepa siquiera recitar los primeros versos del Kaddish, no puede seguir actuando irresponsablemente en un mundo que considera corrompido de antemano. A fin de cuentas, la única bendición que puede otorgar el Dios que retrata Kushner es la de conceder más vida, para que los seres humanos seamos capaces de modificar el sentido futuro de la pila de escombros en que hemos convertido a la historia humana. Así lo señala Prior casi al final de Ángeles en América, después de que la Nomenklatura le ha revelado todas las desgracias que están por azotar a la humanidad:
Pero aún así. Aún así. Quiero mi bendición. Quiero más vida. No puedo evitarlo. De verdad […] No sé si sólo soy nuestra parte animal. Aún no he descubierto que es más valiente: si estar vivo o estar muerto… pero reconozco que en mí hay un hábito y una adicción, que es seguir vivo […] Sé que lo que nos rodea hoy conspira en contra nuestra y la esperanza tal vez sea insuficiente, pero no tengo nada más. Quiero su bendición. Quiero más vida.
15 comments:
Aveces me siento tán judío...
ellos tenían todo planeado desde el inicio.
por si llegara a servirte de algo, aca en chile hay un dramaturgo llamado Benjamin galemiri, que se revuelca de gozo escribiendo en pro/contra de sus camaradas sefardies.. eso
si te ineteresa de repente te consigo algo (aca es bien reputado este señor, la verdad)
es resfrescante encontrar textos críticos con los rituales y convenciones de las religiones. yo como buñuel, soy ateo gracias a dios, que es una manera muy suigeneris de que eres un místico de cojones.
'ángeles en américa' no se ha visto por aquí, que yo sepa, quizá en algún canal de pago. pero tenía referencias.
mi generación ha sufrido grandes pérdidas con el SIDA, la heroína se llevó a mucha gente unos años antes en mi ciudad, y ante la muerte la idea de dios es inevitable, ya seas judío, católico o musulmán.
creo que ya estoy desbarrando yo solito...
a woody allen lo incluirías en esa disidencia judía? o un judío agnóstico... por decirlo de otra manera.
un abrazo.
Kushner! Además de Ángeles, me tocó ver en Nueva York Homebody Kabul, terrible en la desalmada desaparición de su protagonista en medio de un conflicto que no le tocaba... excepto que Kushnerianamente no hay confilctos que no nos toquen. Y leí, por recomendación de una amiga "A Bright Room Called Day", acerca de una tiranía (en este caso los soviets) que no sentimos hasta tener encima, (como dice David Gray, "never noticing the war
til it's right there at your door
and suddenly your hands are bloody") y el enfrentarnos al fantasma de nosotros mismos. Creo que en particular A Bright Room te gustaría... como siempre mario, tus gustos resultan impecables.
Aunque he oído hablar de ella, aún no he tenido oportunidad de ver la serie de "Angels in America" pero después de leerte me han entrado unas ganas terribles de hacerlo..Si me permites una recomendación te diré que una de las mejores novelas que he tenido la oportunidad de leer sobre los judíos, la memoria, la recuperación de los lazos familiares truncado spor la diáspora tras el Holocausto..ha sido "Todo está iluminado" de Safran Foer. maravillosa...
A mi los judíos no me gustan mucho que digamos porque se inventaron un Estado a partir de unos papeles viejos. Pero los hombres que se levantan y pueden ver hacia atrás sin soslayar nada, criticando y sonriendo, por formar parte de eso, a la vez, sean judíos, católicos o budistas son admirables.
Me gustó lo que dices sobre el individualismo extremo que hace que la gente vote por conservadores.
saludos!
Es curioso cómo un sector diminuto de la población mundial se las ha apañado para poder discriminar a todo el universo entero por ser "distintos" a ellos; y aún más curioso es observar que la cara de miedo ante la muerte es siempre la misma, aunque cambie el color del pelo, el de los ojos, su religión o su sexo.
He aprendido mucho leyendo esta página. No conozco la obra de Kushner y, a través de tu visión crítica, me ha llamado la atención y espero leer alguna cosa suya.
Desde siempre habia viso esa imagen y me llamaba la atencion, y la buscaba pero siempre me arrepentia y la dejaba, talvez no era el momento que se yo...
En algun momento de mi vida , no tenia ni la minima idea de dios y me daba igual saber o no saber siempre decia "despues, que aburrido", pero ahora creo que hubiese sido mejor quedar asi puesto que el dios qe me venden no me agrada mucho.
Creo que dios efectivamente se h ido a dar sus vueltas y por tanto nos abandona, aunque el culpable de lo trastornado que es el mundo no es El ni otro que suene por ahi, el que se lleva el credito es el hombre mismo en su afan de ser forjador del mundo en el que ha sido encomendado y su vanidad ignorante del control. mientras vuelve, pero almismo tiempo ese afan por dominar algo que al final de cuentas no le pertenece es lo que nos lleva a seguir aunque sea a seguir viviendo en un mundo colapsando, solo esperando a que llege o talvez llegue demasido tarde que talvez le suene mejor...
un abrazo mario!!
No se, que será Dios, tal vez nada, tal vez somos parte de. Me gusta el planteamiento del arcangel de Constantine, de hacernos más dificil la vida para justificar el perdón de Dios, o algo así, tal vez es eso, demasiada libertad se tornó en libertinaje o bien, no comprendemos lo que se nos dió y, en el limitado entendimiento del humano, consideramos libertad a algo más grande, al ser creados y lanzados al mundo, y ser conscientes de mucho, no solo podemos comer y reproducirnos, sino buscamos una justificación para pasar los días, demonios, la ociosidad es la madre de todas las religiones. Y por allí se cuela la culpa como el motor de conducta.
No se, me es dificil explicarlo en los 5 minutos que puedo aparecer frente a la máquina. Saludos
Es agradable encontrar textos como el que escribes. Uno aprende y descubre trasfondos que nunca imagino. Un gusto.
Arkturo:
No sé si lo tenían todo planeado desde el inicio, pero si son uno de los pocos colectivos humanos que han hecho de la religión un asunto de identidad. Hay muchos judíos seculares, y para la mayoría la cultura, incluso el sentimiento compartido de ser discriminado, los hace mantener su unidad y reconocerse a través del tiempo y las capas sociales. No es poca cosa... Un abrazo
Don Zuricato:
Muchas gracias por la referencia. He estado surfeando por la red, a la búsqueda de pistas sobre Galemiri y me parece muy sana esa intención de subvertir los mitos, los de su propia vena judía, y los de otras fuentes literarias. Creo que nunca está de más el sentido del humor para subvertir aquellas cosas que consideramos más serias. O bueno, que para decir algo serio no se necesita ser solemne... Y esto me lo pienso a propósito de una autora mexican, también de origen judío, Sabina Berman (te recomiendo su obra "Moliere"), que constantemente le hinca el diente a los mitos que definen el imaginario social mexicano, aunque se ha ocupado poco de releer la vida de los judíos en México... De verdad, gracias por la referencia. Te mando un abrazo.
Querido Senses:
Buena pregunta sobre Woody Allen... Cuando Arendt analizaba la carrera de Chaplin en Estados Unidos, se imaginó que éste era el judío pequeño, que con una mueca de amargura devoraba la suela de su zapato y que sabía que con eso complacíá al público que esperaba de él cosas graciosas. La desgracia, cuando es ajena, muchas veces genera la risa. La clave, para Arendt, es que el público adoraba a Chaplin porque les recordaba su pequeñez, y siempre veían esa pequeñez como algo ajeno que no podía sucederles a ellos. Creo que Arendt se equivocó en este aspecto: Chaplin usó el sentido del humor para interpelar críticamente a sus contemporáneos, no desde una posición específicamente periférica, sino financiado por los grandes estudios de la época. Su posición de paria es muy relativa. Fue lo suficientemente inteligente como para usar al establishment para, desde sus entrañas, criticarlo y mostrar el absurdo de la vida... Creo que algo similar ocurre con Allen: efectivamente, el judaísmo está presente como blanco de sus críticas, como también el psicoanálisis, la culpa pequeñoburguesa, y una cierta forma muy pretenciosa de ser intelectual... El genio de Woody, además de mantenerse vigente después de tanto tiempo, consiste en que su ironía la puede desplegar sin problemas económicos, y manteniendo su independencia creativa al extremo. Algo que el propio Buñuel no pudo hacer en muchas ocasiones. Cada peli de Woody, aunque no tenga el nivel de sus obras maestra, es en sí misma un acontecimiento... Un abrazo
Querida Issa:
Descubrí a Kushner por "Ángeles", de pasada en la televisión. Me interesaba en ese momentos el género que estaba ensayando de manera muy afortunada Mike Nichols, con sus adaptaciones cinematográficas de obras de teatro y ese nuevo género que estaba creando, a medio camino entre los dos artes. Siempre que se dice de algo que es "teatro filmado", se usa el término despectivamente, pero después de ver la versión viva de "Ángeles" o lo que hizo Julie Taymor con "Titus", yo creo que eso no es del todo cierto. Por allí leía que estás adpatando "Efectos" al teatro. Será muy interesante ver cómo redimensionas una mirada tan íntima como la que echaste sobre tus cuatro personajes, a las demandas de una puesta en escena teatral... Últimamente me ha dado un ataque kushneriano, y estoy empezando a leerlo sistemáticamente. Me gustan sus posturas políticas. Su sentido común, que no es otra cosa que la disposición para ver el mundo político desde una pluralidad de puntos de vista; sus deseos de provocar para dialogar; su sentido del humor amargo. Vamos, me gusta su radicalismo democrático que no es producto de infatuaciones intelectualoides, sino de una posición periférica concreta a la que no se resgina, contra la que quiere pelear. A fin de cuentas, como decía Hannah Arendt, son los parias quienes un poco antes del naufragio adquieren la visión más lúcida del proceso que nos llevó hasta esa posición de vulnerabilidad... Buscaré "A Bright Room", porque siempre confío en tus recomendaciones... Por mi parte, creo que ahora que estás metida en eso de reflexionar sobre el sentido de la creación artística a propósito de tu nueva película, te recomendaría que leyeras un ensayo de Kushner, "On Pretentiousness", incluido en su libro "Thinking About the Lognstanding Problems of Happiness and Virtue"... Me ha hecho repensar la pregunta sobre por qué hacer arte, por qué escribir, en un mundo tan precario como el que vivimos... Un abrazo, porque kushnerianamente no hay afectos que no nos toquen de alguna manera...
Chico de la chaqueta azul:
Busca "Ángeles" y quizá después vuelve a ver el trabajo que Kushner hizo para el guión de "Munich". Hay más de un punto de contacto, aunque yo hubiera extrañado un poco más de ironía en la película de Spielberg. Me parece que, con todo su valor, Kushner se puso muy solemne... Por otra parte, tomo la recomendación de Foer. Yo he vista le película, y me gusto. Aunque muchos dicen que no le llega a los tobillos al libro (ja! como si un libro tuviera tobillos!). Hasta ahora, sólo he leido sus discursos contra la crueldad sobre los animales en los rastros, que son demoledores. Y su novela sobre las consecuencias del 11 de septiembre: "Incredibly Close and Extremely Loud", que me gustó mucho... Este chico promete... Un abrazo
Politóloga de cabecera:
Claro. Tener conciencia crítica y ser religioso no son necesariamente cosas opuestas. De hecho, la gente más tolerante que he conocido son a su vez los individuos con una visión profundamente religiosa de la compasión y del respeto a los otros. Aunque no sé hasta qué punto, como sugería John Rawls, ser tolerante en el espacio público, es decir, aceptar que existen otras formas de entender la verdad religiosa, implica un cierto grado de escepticismo hacia las propias creencias divinas... Sobre el individualismo exacerbado, eso es algo que hay que pensar con más calma. De hecho, lo que me intriga mucho ahora es ese desplazamiento de la política mundial hacia la derecha y hacia los nacionalismo, después de que hemos constatado las consecuencias funestas de ambas prácticas en el siglo XX. Quizá somos demasiado egoístas, nos importa más lo que sucede en nuestro propio ombligo que los males que aquejan al mundo entero. Si no es así, ¿cómo te explicas que la derecha se preocupe tanto por normar lo que la gente hace con su cuerpo en la intimidad de sus alcobas? Todo esto es muy desconcertante... Un abrazo, chica politóloga...
Currito:
Gracias por pasarte por acá... Lo que dices es cierto, y sin embargo a veces somos incapaces de reconocernos en el dolor ajeno. Uno pensaría que después de vivir la discriminación en primera persona, la gente se vuelve sensible frente al dolor, su conciencia se alza automáticamente frente a la injusticia. Pero no es así, y no sólo entre las personas judías, también sucede con las mujeres, con los grupos de la diversidad sexual... Por eso es que la discriminación tiene una dimensión estructural: aunque seamos discriminados, tenemos muy interiorizados los prejuicios que nos llevan a discriminar... Saludos, Currito
Yayo:
Busca a Kushner. No sé si se ha montado en España. En México, ni de chiste alguien invertiría tanto dinero en una obra tan críptica... A ti que te gustan las genealogías, descubrirás con mucho placer en "Ángeles" una recuperación del mito de la fuente Bethesda que el Árcangel Gabriel hizo surgir en Jerusalén con un golpe en el piso y que curaba los males del cuerpo. Un buen día, la fuente se secó y la enfermedad volvió a apresar el cuerpo humano, hasta que ocurra el Juicio Final. Espero no distorsionar la historia... Ahora Kushner se imagina que no es casual que una fuente similar haya sido construida en Central Park con un ángel de piedra, que sin embargo está alado. Esa es la condición humana: un cuerpo demasiado pesado para volar, pero con un deseo de hacerlo que desafía el carácter material de su existencia... Un abrazo
Josué:
La de demandas que se merece Dios por abandonar el mundo. Pero lo curioso es que no podemos abandonar esa idea de Dios como un padre enorme que nos protege, que nos cobija mientras dormimos. El Dios de la ciencia y de cierta filosofía es demasiado frío: se limitó a crear las leyes físicas que nos rigen, y luego se retiró del mundo... Hans Jonas tenía la hipótesis, para explicar lo ocurrido en Auschwitz y seguir manteniendo su certeza sobre la existencia de Dios, de que Él se había retirado del mundo para hacer un espacio a la voluntad humana. El hombre tiene que ser libre, aun cuando se equivoque. Jonas detiene allí su razonamiento: Dios sufre con el hombre, por sus equivocaciones, pero no puede hacer nada para remediarlas. Remediar el mal sería interferir con la libertad humana... Pero Kushner va un paso más: si existe, si estas allí, ¿cómo es que contemplas el dolor humano sin inmutarte, Dios? O resuelves el problema, o desapareces definitivamente del mundo. Vuélvenos huérfanos para que toda la responsabilidad sea nuestra...
Silencio:
Pues lo has explicado muy bien, aunque sólo hayan sido cinco minutos. Quizá así fue la creación: un acto de cinco minutos en el que Dios comprimíó toda la eternidad... Nuestra libertad se volvió libertinaje, pero a cambio en nosotros quedó la frustración de imaginar todo un mundo que somos incapaces de construir, de concebir deseos que somos incapaces de materializar. Eso es mucha crueldad, incluso para una criatura tan cruel y ociosa como el ser humano... Dondequiera que hayan individuos, habrán religiones, y éstas serán usadas para exonerarlos de sus pecados, para redimirlos del horror frente a la muerte... ¿De verdad estaríamos dispuestos a romper el cordón umbilical que nos une con Dios? No lo sé. Aunque me es difícil creer en Dios, siempre he pensado que hay un grado de creencia, que el escepticismo no puede ser total, en el acto de levantarse todos los días y abrir la puerta hacia la calle. El acto se realiza, aunque sea de manera mecánica, porque creemos sin ninguna justificación que el mundo de allá fuera sigue allí, que lo que hacemos tiene un sentido y que el mundo está poblado por otros seres que afanosamente se rompen el alma por trascender... Mucha crueldad para un mundo tan pequeño y tan abandonado de la mano de Dios
Sr. Inmundo:
Gracias por las flores, inmerecidas. Lo que me gusta de esto de la blogósfera es el diálogo que acompaña a cada post. Por supuesto, eres bienvenido a este intercambio... Y tu, ¿tienes algún tipo de oración especial?
Yo quede impresionadio cuando vi la adaptación de Angeles en America, la verdad no daba crédito a lo que veia y escuchaba...aparte de que me agarró en una época en al que el sentimentalismo judio me tenia hasta la coronilla. Algo muy recomendable que no se si ya hayas tenido la oportunidad de ver el "El Creyente", una verdadera obra de arte de como puede existir una verdadera realción amor /odio entre nuestras creencias y la religión que profesamos o que nos quieren hacer profesar.
TNF25:
Qué gusto encontrarte de regreso por aquí, se te extrañaba, jejeje. ¿No es schockeante ver el teatro de gran formato de Kushner sabiamente trasladado a la pantalla chica? Y el reparto: nos hemos acostumbrado a ver en Meryl Streep a una excelsa actriz, pero aquí va más lejos al hacer todos los papeles que interpreta. Y Marie Louise Parker no se queda atrás. Tengo una secuencia favorita: la del delirio de Harper en el templo mormón, cuando la esposa mormona le dice a ella que el llamado de Dios es como un corte en las entrañas hecho con un cuchillo sucio y oxidado. Eso deja sin aliento... No he visto "El creyente", pero me la buscaré con tu recomendación... Un abrazo
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