Thursday, May 31, 2007

Ser y aparecer en público





En el año de 1975, unos meses antes de morir, Hannah Arendt –la filósofa alemana de la política que siempre rehúso ser considerada como filósofa de la política– recibió del gobierno danés el Premio Sonning, por lo que éste denominó “una contribución significativa a la cultura europea”. En el pasado reciente, el gobierno danés había distinguido con este reconocimiento a personajes de la estatura de Niels Bohr, Winston Churchill, Bertrand Russell o Albert Schweitzer; después de Arendt, Dario Fo, Simone de Beauvoir, Jürgen Habermas o Krzysztof Kieslowski también fueron acreedores de este premio.

Desde 1950, la Universidad de Copenhague otorga este reconocimiento a quienes contribuyen, desde una posición específicamente europea, a realizar el ideal de humanidad y solidaridad mundial que el escritor Carl Johan Sonning tanto se afanó en discutir en sus escritos. Sonning sabía que cualquier intento de amar a la humanidad se enfrenta con el dilema de amar a los seres humanos concretos, con los que se pueden sentir profundas afinidades, pero respecto de quienes es también posible descubrir el germen del conflicto. Para Sonning, la importancia de crear una cultura específicamente europea radicaba en la posibilidad de abrirla a todos aquellos que tuvieran algo relevante que decir para preservar este espacio de comunicación, en donde las personas fueran valoradas en función de sus argumentos y su capacidad para defenderlos públicamente, y no por su origen étnico o los privilegios derivados de la posición social. Sólo en el contexto de una cultura europea como esta, pensaba Sonning, cobraría cuerpo el ideal filosófico del cosmopolitanismo que a los políticos profesionales les parecía un rasgo supremo de ingenuidad; sólo en una cultura europea forjada a partir de los encuentros discursivos entre personas de todas las nacionalidades, el ideal de humanidad sería posible, si por éste se entiende no la anulación de las diferencias entre las personas, sino la creación de un vínculo solidario entre ellas a través del reconocimiento de la mutua dependencia y el riesgo compartido que significa abdicar de la responsabilidad de preservar ese medio cultural común. No es gratuito que Arendt haya recibido el Premio Sonning, pues ella siempre se preocupó por articular una reflexión en torno a la pregunta que tanto preocupaba a Carl Johan Sonning, es decir: ¿cómo vivir en un mundo que se comparte con otras personas y, al mismo tiempo, hacernos responsable de ese mundo común sin que desaparezca la individualidad que nos define como seres políticos?

En su discurso de aceptación del Premio Sonning, Arendt, tan reacia a hablar de sí misma frente a los demás, no dejó de mostrar su extrañeza al ser reconocida por su contribución a la cultura europea, precisamente porque ella emigró de manera forzada hacia Estados Unidos, cuando en Europa la mayor parte de sus habitantes suspendieron la capacidad de juzgar y se convirtieron en cómplices de los crímenes totalitarios dirigidos sobre quienes, como ella misma, eran judíos. No obstante, a diferencia de muchos de sus compañeros de exilio que aprendieron el idioma y se esforzaron por olvidar el motivo de su estancia en Estados Unidos, Arendt sabía que no habría constatado la vitalidad política la república estadounidense, si no hubiera sido lo suficientemente perceptiva de la tragedia que se aproximaba, como para huir antes de que fuera imposible. Arendt sabía que la acción libre de ciertos seres humanos había producido enclaves de destrucción y violencia como los campos de concentración; pero también sabía que parte de la cultura europea en cuyo nombre la honraban con el Premio Sonning, tenía que ver con toda una serie de personajes –Walter Benjamin, Rosa Luxemburg, Karl Jaspers, entre otros– que también ejercieron libremente su capacidad de acción y de juicio, pero en este caso para resistirse a observar la política desde la óptica que define la racionalidad instrumental.

Para Arendt, Dinamarca, el país donde se le concedió el Premio Sonning, siempre estuvo ligado en su memoria a la particular forma de resistencia que su pueblo adoptó ante el nazismo. En Dinamarca, existían los mismos grupos humanos desplazados, el mismo antisemitismo y los mismos sentimientos de tribalismo étnico que en otras naciones europeas, sólo que el Estado danés decidió dar a los judíos la misma protección que a los nativos. Por ello, cuando el gobierno alemán reclamó los bienes y la vida de los judíos que se habían refugiado en Dinamarca, el gobierno encabezado por el rey Cristian X replicó que estas personas no eran más ciudadanos alemanes, sino que ahora contaban con la protección plena de las leyes danesas y, por tanto, serían defendidos como cualquier ciudadano nativo. En opinión de Arendt, lo más destacable de las acciones de resistencia de los daneses, es que éstas inspiraron una creciente discusión sobre las implicaciones de la ciudadanía y la inmoralidad de la política de terror del Tercer Reich. El resultado, que tanto celebró Arendt a lo largo de su obra, fue la activación de un espacio público rebosante de luz crítica y depurado de la ideología totalitaria.

El discurso de Arendt en ocasión del Premio Sonning concluye con una reflexión sobre el carácter del intelectual en el mundo postotalitario. Arendt se preguntaba si el filósofo profesional, quien ejerce sus facultades mentales en solitario y alejado de los otros seres humanos, efectivamente puede convertirse en una figura pública, es decir, si su trabajo implica un interés por el mundo que sea suficiente para convertirlo en un ciudadano responsable. A Arendt le resultaba evidente que la tradición del pensamiento occidental siempre despreció el dominio de la política, por considerarlo el espacio donde se manifiesta por excelencia la irracionalidad. La actividad del pensamiento, de la que el filósofo parece tener el monopolio, se ha pensado siempre como una forma de huir del mundo y deshacerse de sus distracciones sensibles, con el objetivo de comprender la verdadera esencia de todas las cosas. Por eso Platón, en su diálogo Fedón, se refirió a la filosofía como un ensayo para la muerte, y a los filósofos auténticos los describió con un color de piel “como el de los muertos”. Pero, para Arendt, esta deliberada enemistad entre el filósofo y el político no implica la imposibilidad del primero para reflexionar, en tanto ciudadano, en torno a los asuntos de la política, aunque nunca se haya implicado en éstos de manera directa. Finalmente, fue por ese interés en el mundo y la comunicación que Arendt recuperó a Kant y a Jaspers, filósofos profesionales en toda la extensión de la palabra.

A la propia Arendt le resultaba curioso el hecho de que, siendo ella una pensadora que sólo ocasionalmente se involucró en los actos políticos del movimiento sionista en su juventud en Alemania, su reflexión política –que siempre se negó a caracterizar como filosófica– la hubiera convertido en una figura pública. Para aproximarse al significado público de la actividad del intelectual, Arendt se remite al término latino persona, el cual era empleado para referirse a la máscara que se colocaban los actores en el escenario teatral para representar un personaje. Literalmente, a través de la máscara, que poseía una abertura para que la voz se escuchara (persona equivale a per-sonare), las personas podían hacer que los demás se enteraran de los pensamientos y las motivaciones del personaje que les tocaba representar. Sin la máscara, el actor no podía constituirse en el centro de la atención del espectador. Una vez fuera del escenario, el actor se despojaba de su máscara y se convertía de nuevo en un individuo privado sin nada que decir a sus semejantes.

Aunque actualmente el teatro se actúa sin máscaras, todavía las personas aparecen en público revestidos de sus opiniones y discursos, que son las únicas formas de presentación por las que podemos juzgarlas como seres responsables o irresponsables en términos políticos. Arendt sabía, como Kant, que el corazón de los seres humanos es insondable para los mortales y que sólo la omnisciencia divina podría escudriñarlo en plenitud. A los mortales comunes, sólo se nos puede conocer por nuestros actos y discursos. No obstante, existen ciertas épocas históricas, con sus particulares crisis y perplejidades, en las que individuos comunes y corrientes, con sus opiniones, son erigidos como figuras públicas, para que sus palabras puedan ser oídas en el espacio público. En el caso de Arendt, carente de cualquier poder y sólo armada con sus polémicos puntos de vista sobre la política, se vuelve sintomático de un tiempo crítico respecto de la construcción de una cultura política incluyente, que sus reflexiones sobre el espacio público y la luz metafórica que éste irradia sobre los ciudadanos se hayan convertido en la razón de que a ella se le haya concedido una máscara temporal para hablar ante los demás seres humanos. Porque, de acuerdo con ella misma, la filosofía “es un asunto solitario, y sólo parece natural que la necesidad de ella surja en tiempos de transición, cuando los seres humanos no pueden confiar más en la estabilidad del mundo y en su papel en éste; y cuando la cuestión relativa a las condiciones generales de la existencia humana, que en cuanto tales son propiamente inherentes a la aparición del hombre sobre la tierra, ganan una urgencia inusual. Hegel podría haber tenido razón: ‘El buho de Minerva despliega sus alas sólo cuando ha caído la tarde’ [...] Este ocaso, el oscurecimiento de la escena pública, no obstante, no tiene lugar en silencio de ningún modo”.



[El día de ayer, este texto fue leído como presentación en el examen de maestría que sustenté para defender mi tesis, finalmente concluida y titulada "Hannah Arendt y las tareas del juicio político en una época postotalitaria". Allí agradecí a todos quienes con sus opiniones contribuyeron a moldear esta reflexión. Ahora, quiero hacer lo mismo con los visitantes frecuentes de este espacio, quienes me descubrieron cómo se observa el mundo desde una perspectiva diferente a la propia y cómo este intercambio dialógico es parte de la bendición de vivir en un mundo plural. Gracias a todos]

21 comments:

Paxton Hernandez said...

Muchas, muchas felicidades! ¿En qué hiciste tu maestría?

Un abrazo.

Anonymous said...

Enhorabuena por tu maestría y muchas gracias por ofrecernos siempre post llenos de inteligencia, cultura y buena escritura.

Darío Zetune said...

WOW! Textazo el tuyo!!!

Oye pues primero, gracias por compartirlo, y segundo, a mi también me apasiona la figura y obra de Hannah Arendt.

ahora lo imprimo para leerlo con detenimiento.

Excelente!!!
Sergio.

P.D. Por supuesto, felicidades por tu examen!

Tessitore di Sogno said...

Mario… ¡En hora buena! Creo firmemente que cada logro debe venir acompañado de un nuevo reto, ojala éste sea tan regocijante como todos los anteriores así como también haya alguien con quien puedas compartirlo, de otro modo (al menos yo) a veces pierdo un poco el sentido del éxito. ¡Muchos Abracitos!

ish said...

hola mario-- comparto la idea de la pluralidad-creo que uno de los mayores problemas humanos- es el narcisismo- no solo en el aspecto estetico- si no en ese extraño sentido que nos coloca al centro de nuestro pequeño mundo, para ver al resto como la peña victima de nuestra razon...espero sigas bien y felicidades por tu maestria---! lamento aun no leer tanto de filosofia-conozco solo lo mas arcaico y basico de schopenhauer y de hecho mi primer libro leido fue de nietzche y casi le amo aun cuando no comparto del todo su punto de vista-- en cuanto a hannah Arendt. tngo una fotografia suya--ouch!--- pero juro q le leere--- hasta pronto

Mario said...

Ben:

Muchas gracias por los buenos deseos. Desear suerte, me lo enseño uni viejo filósofo vienés, es otra forma de mostrar la confianza en alguien... Un abrazo

Paxton:

Es un programa un poco extraño, definido como Humanidades, con especializaciones en filosofía de la ciencia, filosofía política, teoría literaria, lingüística e historia. Aunque de hecho cada línea funciona de manera autónoma, el título es de Maestría en Humanidades, Línea de Filosofía Política... Lo que más me gusta de la línea de filosofía política en la UAM, es que tienes representadas todas las tendencias políticas, todos los discursos, los más radicales y los más conservadores. Y eso se agradece: tener un abanico de dónde escoger... Gracias, Paxton. Un abrazo afectuoso...

Chico de azul:

Gracias por los parabienes y por estar cerca de este espacio. Me gusta pensar, como Arendt, que construimos diques de civilización frente a la barbarie, y que en esos contextos una de las actividades más placenteras -más auténticamente humanas- es la conversación. Así, que muchas gracias por ser parte de esta conversación... Y un abrazo

Doktor Phönix:

Sergio, muchas gracias por todo lo que dices. Si esto tiene algún sentido, además de la pura vanidad, es porque se puede someter el trabajo propio a los demás, para que éstos nos devuelvan una imagen de nosotros que de otro modo sería incompleta. Por eso me gusta Arendt. Por eso me resisto a verla, como hacen muchos, como sólo la amante de Heidegger... Un abrazo

Tessitore:

Qué bien se siente recibir este tipo de comentarios, sabiendo de quién vienen. Aunque ahora, con el abrazo y los parabienes, has puesto el dedo en la llaga. Todo tiene sentido, o cobra un sentido diferente, dependiendo de con quién se observen las cosas. El mundo se compone, como pensaba Arendt, de muchas relaciones que constantemente modificamos con nuestros actos. Aunque en ese mundo, hay un espacio que debe preservarse de la luz pública, y es el que define el afecto que sienten dos personas. Algo muy privado para que se vuelva pública. Aunque tengo un mundo de amigos, ahora ese espacio privado se halla medio vacío... Pero el libro del destino siempre está abierto a la mitad... Un gran abrazo

Ishsed:

El gusto por filosofía tiene que empezar por Nietzsche, por Marx, por Foucault, por Wittgenstein o por alguno de esos filósofos de la sospecha que desconfiaban de la cultura. Esa gente que, como Arendt, hacía filosofía criticando los límites de la propia filosofía... Wittgenstein desalentó a algunos de sus alumnos de dedicarse a la filosofía, alegando que ésta era inútil y un asunto muy solitario. Sin embargo, lo curioso es que al pobre Ludwig la filosofía le sirvió para aferrarse a la vida, y llegar a la longeva edad de 50 años para un hombres que debió de suicidarse a los 18... ¿No será porque la filosofía con conciencia de sus límites inaugura un diálogo que nos permite salir de ese egocentrismo del que hablas? Me gusta la luz que arrojas sobre esta cuestión... Un abrazo

Yayo Salva said...

¡Gran personalidad la de Hannah Arendt!

Mario said...

Yayo:

Exacto, era una mujer muy interesante, al margen de todos su puntos de vista estrictamente políticos. Una de las anécdotas que más me gustan es lo que hacía ella en la escuela primaria, al oir las diatribas antisemitas de los profesores: levantarse y salir del salón, sin sentirse ofendida por nada. Al final de su vida, ella acabo diciendo que si a uno lo ofenden como judío, tiene que defenderse como tal... Un abrazo, Yayo...

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Quisiera decir algo sobre un par de comentarios anteriores al de Yayo, que he borrado. No en un afán de censura ni nada que se le parezca. De hecho, hablar de censura en un espacio tan minúsculo como el mío, me pareceun poco excesivo. Resulta que una persona que se hacía llamar XXXX, sin un perfil público de blogger, dejo aquí unos insultos sobre el texto. La línea que separa al insulto de la crítica, creo, es muy sencilla de marcar: los insultos van sobre la persona, y la crítica sobre los argumentos. Y como de eso se trataba, de insultos, me tomé la libertad de eliminarlos... Decía Pierre Vidal-Naquet, a propósito de la discusión con los revisionistas, que no se puede discutir con ellos, pues no hay un suelo común de discusión. La historia que ellos se inventan está contradicha por miles de testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentarción. Vidal-Naquet decía que discutir con los revisionistas es como pedir a un fisico que discuta con un charlatán que afirma que la luna es de queso.... Sólo quería aclarar eso...

tu.politóloga.favorita said...

Me parece interesante la creación de espacios comunes para facilitar la convivencia entre seres que distan mucho de ser parecidos. Definitivamente algún día tendré que leer a Sonning.
Espero que te haya ido muy bien al defender tu tesis!
saludos!

Hector Herrera said...

Está muy bueno el texto, creo que voy a seguir visitando tu blog, no puedo entrar en honduras porque tengo que estudiar para mi parcial de Hegel mañana a primera hora, después te dejo un comentario más cesudo. http://periodicocantaleta.blogspot.com/

Mario said...

Mi politóloga:

Muchas gracias por la visita. Todavía está muy fresco para digerir lo que pasó el jueves. No sé si lo hice bien, pero me dieron el título. Me salí con la mía, pues... Respecto de los espacios públicos, creo que no nos hemos preocupado lo suficiente por la dimensión arquitéctonia de los mismos. Pienso en Ciudad Universitaria, y creo que es el lugar adecuado para cualquier tipo de encuentro, sea discursivo o de otra índole. En cambio, pienso en la UAM, y me parece demasiado hóstil para los encuentros públicos... Un abrazo

Héctor:

Qué belleza la vista de Bogotá que aparece sólo abrir tu página... Algún día tendré que compartirte una vista similar de la Ciudad de México... Un abrazo hasta el edificio Q, y que haya suerte con Hegel, que a mi siempre me costó mucho trabajo. Las dos "H" más difíciles: Hegel y Heidegger...

Noájida said...

Se me eriza la piel cuando una pensadora de esta talla me autoriza a ejercer la filosofía en Solitario, es que hay quienes dogmatizan la filosofia, y la confunden con la "filosofia griega".
que mejor forma de hablar que la que buscó esta mujer, solo cuando sus actos desbordaban, entraba y los reforzaba con los argumentos, no al reves, como los que hablamos, para luego ser presas de las palabras.
Mario, que bueno poder leerte, que bueno que te graduás (yo renuncie a mi cartón y me quede a medio camino). Para una persona que vive su carrera, debe ser un momento màgico. ¡Felicidades!

Unknown said...

De nada.

el juntacadáveres said...

bueno...
pues que te puedo decir... primero un disculpa por pasarme por aquí hasta hoy... y bueno, que sorpresa en verdad... ya pensaba en apaudirte el texto antes de leer que fue la presentación de tu examen... y bueno, pues felicidades... no me queda duda del resultado del mismo...

un abrazo...

y te sigo leyendo...

senses and nonsenses said...

yo tb llegué tarde pero quiero felicitarte por este texto, y por tu maestria en humanidades.
no conocía la historia de dinamarca, muy bella y valiente.
interesante tuus reflexiones sobre los blogs: sobre estos espacios de comunicación, juego de espejos; deberían ser algo más que un ejercicio de vanidad, el tuyo no lo es. conocimiento, solidaridad, razón ...`palabras grandes que algunos nos gustaría pensar que aún se pueden construir.

un abrazo

y de nuevo, felicidades

inMundoAnimal said...

¡Felicidades por el nuevo grado, maestro!

ish said...

Es bueno que alguien me diga que voy por el camino...
Filosofia es una de mis opciones de studio y mientras lo comentaba,hace algun tiempo un amigo me dijo: "los humanos solo seriamos felices si dejacemos de pensar"...
quiza tiene razon, pero eso tambien nos lleva al conflicto de la existencia y a la respuesta de un "pienso, por lo tanto existo"...y su contra la "atalaxia".
un placer leerte- UN abrazo de extrangero casi desconocido---
hasta pronto!

Eddney Todd said...

Muchas felicidades por la reflexion y por el grado.

En cuanto al texto, me atrevo a decir que no estaria nada mal que los politicos fueran un poco mas filosofos (o al menos mas racionales) y se alejaran un poco de los dogmas y del pragmatismo.

Por cierto, me quedo con la frase de Hegel: "El buho de Minerva despliega sus alas sólo cuando ha caído la tarde", que me gusto...

Saludos!

Mario said...

Noájida:

Como tú dices, no es tanto el cartón, como terminar un proyecto de investigación muy largo. Son bonitos los abrazos y estar cerca de la gente que acompañó este proceso. Pero lo más importante es que me quedo con más preguntas de las que pude responder, y ese es el impulso para abrir una nueva etapa... Gracias y un abrazo

MakiMaki:

Por supuesto, que siempre se debe dar las gracias... Un abrazo

Junta:

No hay de qué disculparse. Yo también quisiera pasármela todo el día surfeando en la blogósfera, para descubrir lo nuevo que han escrito los amigos y comentar. Pero no siempre se puede. Ahora le robo unos minutos al día que recién empieza, para agradecerte que siempre andes cerca... Un abrazo

Senses:

De nuevo, y como siempre lo hago, agradezco que dediques un tiempecito a leerme y a comentar. Yo sé lo difícil que es crear estos espacios de comunicación, en el día a día, contra los relojes checadores. Pero, ¿verdad que vale la pena?... Un abrazo

Don Mundo/ Endeble:

Gracias, gracias... Aunque eso de "maestro" suena raro, y por supuesto que no me lo creo... Maestro, Roberto Bolaño. Él si tenía muchas cosas que decir, y las dijo como tenían que decirse... Un abrazo

Ish:

Tienes razón: es una situación paradójica. Pënsamos, y creemos que al hacerlo damos expresión a la parte más racional de nuestra vida. Y luego queremos renunciar al pensamiento, cuando nos damos cuenta que roer las mismas cosas en la mente, tampoco es sano. Quizá haya que pensar en solitario, teniendo en mente la idea de que vivimos en un mundo plural... Es buena la opción de estudiar filosofía, aunque poco productiva, como te puedes imaginar. Aunque estar a gusto con lo que haces, no es poca cosa... Un abrazo, también...

Hey, chico del blog de película:

Perdón, pero no sé tu nombre, y se me hace un poco desatento llamarte así... Pues muchas gracias por lo que dices. Ahora que me ha entrado la depresión post-tesis (no sé en qué medida comparable a la depresión post-parto), creo que ese es un buen tema para pensar: hasta qué punto la filosofía sólo puede enjuiciar el pasado, lo que ya ocurrió, y hasta qué punto nos puede dar orientaciones en el presente, cuando se tiene que actura... No lo sé aún. Quizá sea que los políticos se vuelvan más filosófos; que los filósofos no se desentiendadn del mundo y se vuelvan más políticos; o simplemente que todos tratemos de ser ciudadanos con comportamientos políticamente responsables... Gracias y un abrazo

Mariluz Barrera González said...

Felicidades Mario, y por experiencia personal puedo decirte que no hayaría a la política sin la filosofía, una definitivamente depende de la otra, ambas tienen como punto de partida al hombre y estoy conciente de que lo terrible que se nos presenta ahora, es por que a la polìtica se le ha olvidado que su sustento es nuestra humanidad. Esta filosofica muy pero muy lista lo tuvo siempre presente.

Siempre me he sentido con piel de muerto, en un mundo donde desgraciadamente parece que ya nadie quiere pensar, ya nadie quiere cuestionarse ni saber o averiguar el sentido de las cosas, entonces creo que si, tal vez los filósofos terminaremos solos en un rincón escribiendo blogs en internet.

Un beso grande y mIL FELICITACIONES.

Mario said...

Querida Mariluz:

Eso que dices es muy interesante, sobre lo que significa ir a contracorriente del mundo... Yo incluo a Arendt en esa lista de pensadores que, como Wittgenstein, hacen filosofía sobre la intención de no hacer filosofía. A ella le parecía que la filosofía tradicional estaba incapacitada para aprehender la complejidad de la realidad. Si el mundo verdadero no es el que se ve y se siente, entonces no tiene sentido esforzarse por la política... Aunque Arendt siempre negó a ser considerada como filósofa, me parece que ella estaba clamando por una nueva forma de filosofía capaz de ser crítica y, al mismo tiempo, lograr la comunicación entre los seres humanos distintos en afectos e interese. Allí estaba el reto de los herederos de estas tradiciones filosóficas... Un abrazo!