Saturday, June 16, 2007

De los juegos que se juegan con los amigos imaginarios



Cuando empezamos a asistir a la escuela, casi siempre en contra de nuestra voluntad, una manera de reducir la ansiedad es hacernos de un mejor amigo, de un chico o chica que en adelante será el invitado de honor en cumpleaños y que se volverá el cómplice en todo tipo de fechorías. No es lo mismo encontrarse dinero en la calle para gastarlo en solitario, que hacerlo en compañía del mejor amigo. En este último caso, planear en compañía cómo gastar el dinero es casi tan placentero como el acto mismo de dilapidar la pequeña fortuna que cayó en nuestras manos por azar. No es lo mismo ser castigado por desatender la lección del profesor y ser confinado en la oficina del director para tener tiempo de reflexionar en solitario, que tener un cómplice para volver disfrutables esas horas de detención forzadas. Que el mejor amigo sea imaginario, no reduce el placer de la compañía ni vuelve menos divertida la hora del juego. Y es que, en ocasiones, es difícil encontrar compañeros de juego en el mundo real. A veces, somos tan diferentes al resto de la tribu, que nosotros tenemos que inventar el guión y los papeles que uno mismo y sus amigos imaginarios representarán.

Cuando los chicos solitarios crecen, la práctica de entablar conversaciones imaginarias con amigos que no son reales, no desaparece del todo. Platón, en el siglo V, puso en boca de su maestro Sócrates toda una teoría sobre la irrelevancia del mundo material y el valor de la verdadera existencia, que sólo podría observarse con los ojos del alma. Inaugurando la modernidad, Descartes hizo erradicar la certeza y la validez del conocimiento en una conversación que la conciencia establece consigo misma, para convencerse de la importancia de que exista Dios como garante de la estabilidad de las cosas que percibimos. Por su parte, ya en el siglo XX, Martin Heidegger gradualmente fue relegando al sujeto a la pasividad que significa una vida dedicada a escuchar los designios del ser –de la esencia permanente del mundo cambiante–, expresados a través del lenguaje poético. En la visión de la poesía del último Heidegger, el ser se expresa a través del lenguaje; y en relación con esta orgía de voces inmateriales que cantan la canción eterna, el ser humano es un mero címbalo que resuena. En todos estos casos, si el mundo se concibe como un lugar hostil para trabar relaciones duraderas de amistad, los chicos solitarios que fueron Platón, Descartes y Heidegger no dudaron en despreciar la falibilidad de los candidatos a mejores amigos, y se inventaron los suyos propios, a quienes no tenían que explicar las reglas del juego y a quienes no tenían que convencer, pues sus puntos de vista eran idénticos.

No es extraño, pues, que el mejor amigo que uno pueda encontrar para entablar un diálogo privilegiado, sea una entidad imaginaria. O, mejor aún, que ya esté muerto y, por tanto, podamos apropiarnos de su historia como se toma posesión de las leyendas de fantasmas del pueblo donde se ha nacido. Deambulando por la historia de la filosofía occidental a la caza de una mujer que le sirviera como ejemplo de una vida vivida con autenticidad, Hannah Arendt se encontró con Rahel Varnhagen y su salón literario berlinés del siglo XVIII. Por su parte, Sofía Coppola, espigando el caudal de narraciones para encontrar el argumento de lo que ella pensaba sería su segunda película, halló la biografía de María Antonieta escrita por Antonia Fraser, que la presentaba como una chica ingenua a quien las circunstancias colocaron una corona de joyas y oro que apenas podía sostener su frágil cuello.

Hannah Arendt y Rahel Varnhagen; Sofía Coppola y María Antonieta de Austria: aquí nos encontramos con dos relaciones imaginarias y privilegiadas que, desde la modernidad tardía, iniciaron dos chicas audaces en búsqueda de un espejo para contar parte de su propia historia. Si Hannah escogió a Rahel, es porque el proceso de reconstrucción de su condición judía le resultaba muy familiar. Si Sofía eligió a María Antonieta, es porque el estigma de frivolidad que la historia colocó sobre la malograda reina le hizo sospechar a la hija de quien alguna vez fue considerado el rey de Hollywood, que allí había una vida que merecía ser contada.


Contar la vida de Rahel Varnhagen, tal y como ella misma lo hubiera podido hacer, si desde el principio tuviera conciencia de la voz privilegiada que la naturaleza le dio para hablar: esa es la intención que Hannah confiesa al inicio de su biografía sobre la mujer en cuyo salón literario se gestó el culto a Goethe. Rahel no era rica ni era guapa, tampoco era ingeniosa ni destacaba por su capacidad para socializar. En el siglo XVIII todas estas faltas eran motivo suficiente para condenar a una mujer a vivir en la periferia, a ingresar a la vida pública sólo como motivo de chisme o de burla. Una mujer respetable tenía que ser discreta, atraer la atención de los hombres sin provocarlos en exceso; poseer un rostro armonioso que no despertara las bajas pasiones que los viajeros asociaban con las mujeres orientales; poseer la fortuna suficiente como para no tener que sudar para ganarse el pan. Rahel no era, en este sentido, una mujer respetable. Y, además, Rahel era judía y tenía un espíritu lo bastante inquieto como para no resignarse a ser sólo la esposa de un funcionario mediocre o de un comerciante oportunista.


Durante casi toda su vida, Rahel se esforzó por volver irrelevantes todos esos atributos que ella no había escogido –su judaísmo, su carencia de gracia, su falta de recursos económicos–, pero que le ganaban el desprecio de la sociedad burguesa en Berlín. Rahel quería reinventarse a sí misma pero, desde el punto de vista de Hannah, lo hizo de la manera equivocada al principio. Rahel intentó convertirse entonces al catolicismo, casarse con un oficial a quien no amaba pero que le garantizaba una renta decorosa; es decir, ella trató de esterilizarse de todos los rasgos que la sociedad despreciaba y que estaban presentes en ella. De ser una persona periférica, Rahel se volvió una arribista. Uso todos los convencionalismos sociales para disfrazarse y renegar de sí misma, y finalmente tuvo éxito. Rahel se volvió uno de ellos, y comenzó a censurar en otros las características –ser judío, no ser hermoso, ser pobre– que ella misma llevaba disimuladas bajo el maquillaje y los pesados ropajes. Para Hannah, lo irónico es que al tener éxito en ingresar a la sociedad que la despreciaba por ser lo que ella era sin remedio, Rahel se volvió más infeliz. Se dio cuenta de que en la corte todas las personas pensaban igual; que al interior de esa sociedad burguesa la iniciativa personal no tenía sentido; que convivir con las esposas convencionales de otros tantos burócratas grises no era la mitad de divertido que vivir en la periferia de la sociedad.


Puedo imaginarme a Hannah sonriente y satisfecha cuando escribió, al final de la biografía de Rahel, que ella llegó a decir en su lecho de muerte que ahora consideraba un tesoro aquello que en el pasado le parecía una maldición: ser una mujer judía, pobre y carente de atractivo. En esos últimos días Rahel recordaba los momentos de felicidad que tuvo en su pequeño salón literario de la Jägerstrasse. Allí, reunida con seres igual de marginales que ella, Rahel pudo ensayar un tipo de comunicación inusual en aquella época: las personas privadas, despojadas de todo poder, acudían al salón a discutir literatura y política, sabiendo que no tenían que complacer a nadie y que lo que allí decían no trascendería esas cuatro paredes. Por eso los amigos de Rahel podían observarse a sí mismos, a través de cartas y diarios, de manera lúdica. Por eso ellos pudieron leer sus propias vidas en los ojos de los otros asistentes al salón. Por eso ellos intentaron jugar con su subjetividad e imaginar formas de autocreación que les permitieran salvar el abismo que se tendía entre ellos y el mundo. Por eso, en la buhardilla de la Jägerstrasse, Rahel empezó a conocer el significado de la autenticidad para la existencia individual. Y por eso Arendt se sintió tan identificada con Rahel, y el hecho de que esta última llevara muerta 200 años cuando Hannah nació en Hannover, no le impidió convertirla en su mejor amiga y confidente.


Cuando una mujer se ha atrevido a asomar la cabeza a través de alguna ventana para tomar protagonismo en la historia, generalmente los hombres acaban cortándosela: así justifica Antonia Fraser su fascinación por las vidas de mujeres como María Antonieta o María de Escocia, a quienes la historia condenó y decapitó para saldar cuentas con un carácter dictaminado como frívolo, lujurioso e imprudente. Fraser emprendió la tarea de dar coherencia a las voces que desde diversas posiciones calificaban a María Antonieta como santa y como prostituta. Adicionalmente, Fraser adoptó una posición de maliciosa ingenuidad que le permitió comenzar su obra con la imagen de una adolescente asustada a las puertas de la frontera con Francia, y obligada a despojarse de todas sus pertenencias para convertirse en la esposa de un príncipe que no conocía y que desde ese momento reclamaba posesión sobre su vientre, para engendrar una dinastía que diera paz y prosperidad a Europa. La amistad imaginaria entre Sofía y María Antonieta tuvo su origen en la lectura que la primera hizo de la biografía escrita por Antonia Fraser, y que había sido recibida con indiferencia por el público francés. Sofía Coppola logró lo que ningún otro cineasta en los últimos años: conseguir el permiso del gobierno francés para filmar en Versalles, para reconstruir el lujo y la desfachatez del Antiguo Régimen y para hacer deambular en esos decorados a una corte de actores hollywoodenses cuyos rostros demasiado conocidos constituían la primera licencia que ella se tomaría para contar la vida de María Antonieta. A partir de ese momento, Sofía trató de apropiarse de las atmósferas de Versalles y de meterse en la piel de la reina decapitada, buscando en sus propias experiencias elementos para reconstruir un personaje con una permanente sensación de extranjería y de estar fuera de lugar, y a quien las circunstancias colocan en una posición de privilegio que no atenúa sus cuitas existenciales. En las manos de Sofía, María Antonieta podría ser una de las vírgenes suicidas, pero también una chica perdida en Tokio que intenta deshacerse de la incomodidad respecto de su propia existencia.


Sofía evita el juicio condenatorio de la frivolidad de la reina, no para disculparla de su irresponsabilidad –finalmente, ella acabará en manos de los revolucionarios franceses. Su propósito es ponerse en los zapatos de María Antonieta –como quien se calza unos cómodos y sofisticados Converse– para tratar de imaginar cómo se carga con la responsabilidad del mundo entero sobre los hombros, al tiempo que se va ganando gradual conciencia de que esto convierte al propio cuerpo en un objeto, quizá el más preciado de la corte, pero un objeto a fin de cuentas. La pérdida de la virginidad de la reina es vigilada de cerca por la corte. María Antonieta tendrá que aprender a cumplir con los rituales del vestido y a rendir honores a chicas que, como ella, tienen una tendencia fácil a extraviarse en los rituales del juego. La reina adolescente aprenderá que el amor carnal no tiene lugar en el lecho nupcial, y que si ella toma la iniciativa en el juego amoroso, el rey fácilmente podría despreciarla. María Antonieta aceptará que, en la escala social, una reina legítima y una concubina real tienen la misma función accesoria para la toma de decisiones. El rostro de María Antonieta –de Kirsten Dunst, hermosa e incrédula siempre del papel que Sofía le ha confiado– ensayará diversas formas de mantenerse plácido por fuera, y de contener las tormentas interiores que se desatan en su imaginación adolescente, excitada por el lujo y el exceso. Sofía hurga en la conciencia de su amiga y confidente imaginaria, y encuentra la sensación de reconocer en uno mismo las posibilidades de la libertad y la autonomía, pero también la facilidad con se puede naufragar si las fuerzas no están a la altura de las ambiciones. María Antonieta acabará reconociendo que el carácter sensible que desde pequeña fue cultivado en ella, sólo tendrá la posibilidad de expresarse como el éxtasis que resulta de contemplar el amanecer en Versalles, después de una noche de borrachera con otras aristócratas ricamente ataviadas y con sus propias tormentas interiores.


Sofía detiene su narración al momento de la fallida huída de Luis XVI y María Antonieta de Versalles. El rostro de la reina se muestra igual de curioso que al momento de arribar al palacio: sólo que ahora conoce la posición de vulnerabilidad a que sus juegos adolescentes en la corte la condujeron. De alguna manera, Sofía intuye que la reina ha dejado de ser inocente respecto de la medida de sus ambiciones. María Antonieta ahora sabe que su intento por construirse una subjetividad autónoma estaba destinado al fracaso desde el principio. Lo que sigue es la destrucción del lujo y el exceso que justificaban la existencia de vírgenes suicidas como María Antonieta y Madame Du Barry. Pero la mirada de Sofía ya está demasiado nublada por la melancolía como para asistir a la decapitación de su mejor amiga y confidente. El resto de la historia lo conocemos todos. Quizá sea mejor preservar el rostro hermoso y virginal de Kirsten Dunst, como una permanente marca de interrogación para las mujeres del futuro que buscan en el pasado a las compañeras imaginarias de juegos irreales.

15 comments:

Guillermo said...

Hola, devolviendo la visita del blog. Interesante espacio es el que has creado me ha gustado mucho y en especial este post. La vida de Rahel Varnhagen me recordó a la novela picarezca de Daniel Defoe, Moll Flanders, quien hace todo por tener la vida que desea.
La película de Sofi Coppola no la he visto. He de admitir que Coppola no me gustó mucho cuando hizo Lost in Translation y creo que tiene más nombre que don, pero tu post me ha interesado mucho a tal grado que muero por verla, la rentaré y luego postearé lo que me pareció. Un abrazo. Gmo.

ish said...

hablare mas de mi puesto Que muy a mi pesar desconozco gran parte de los nombres o más bien de la vida que tuvieron más allá de ese nombre.
…Entre cambios de casas y de ciudades, tarde, tardísimo encontré un primer “mejor amigo”…debí tener casi nueve años y de hecho fue amiga, una niña loca, poco femenina, aun que con una sexualidad ubicada sin irreverencia alguna.
Desafiaba las afirmaciones Mistralianas de “las razones de las mujeres son razones locas”-

Me sorprendía, casi aterrorizaba encontrar tantas coincidencias. En uno de esos complejos a la manera de Max Aúb, pero yo a diferencia, por complejos y aficiones me sentía de otra especie, como si yo fuese un eslabón perdido…

Nunca compartíamos dinero ni nos pedíamos favores, solo estábamos cuando era necesario. Salíamos a caminar a cenar y una que otra vez involucrábamos a entes extraños en nuestros malos comportamientos…Escribíamos anuncios como: “se imparten clases de ballet clásico” y lo colocábamos en la puerta de la casa de aquella anciana que apenas y podía moverse… Esperando que alguien le tocara a la puerta y el resultado fuese irónico.
Sin embargo no era crueldad aun que tal vez pretendíamos que eso pareciese, muy en el fondo lo hacíamos por divertir a ambas partes…
un saludo Mario!!!

inMundoAnimal said...

No sé si Sofia Coppola buscara en María Antonieta a un amigo imaginario. Quizá la Coppola que más me convenció fue con las Vírgenes Suicidas y el sentimiento de la vida sin aliento, el desencanto o la falta del objetivo de la vida del joven ps'moderno (ya no postmoderno). ¿O será que debo ver su última movie para entenderla?

Josue said...

De regreso por aca!!
mario concido totlamente con los amigos imaginarios, aunque no seran una especie de heroes imaginarios???...

De pequeñño siempre me imaginaba solitario aunque no lo estava, era como que siempre me alejaba y lo sigo haciendo y no es por creerme diferente simplemente que es como un retiro para limpiarme de mis pensamientos jeje aunque siempre lo hago en lugares tan normales, pero en general prefiero alos amigos muertos y concido con inmundo con las virgenes suicidas, por su desencanto.
un abrazo mario!!

Unknown said...

Muchos niños tienes amigos imaginarios pero eso es algo que me cuesta entender. Quizás por que no sentí esa necesidad. Es una treta de la mente para rebajar la ansiedad. PAra no volverte loco. No se.

Óscar Ávila said...

Uno de los problemas a los que nos enfrentamos con estos amigos imaginarios es que, no siempre, nos corresponden la amistad. ¿Sería Sofía la mejor amiga de María Antonieta? Saludos.

senses and nonsenses said...

...y si pasados los 30 las mejores conversaciones las sigues teniendo con amigos imaginarios?
el modo en que relacionas las diferentes historias me encanta, siempre es un placer leerte. me parece brillante comparar a Sofía con Maria Antonieta, su posición de privilegio, las expectativas creadas por las dos (tendría miedo sofía coppola de que le cortaran la cabeza tras el estreno?)

personalmente, la carrera de sofía me parecía muy prometedora después de su magnífico debut. adoro 'las vírgenes suicidas'... pero aunque no dudo de la calidad de sus dos siguientes obras me dejaron un poco frío. correctas, sin más.

un abrazo.

Darío Zetune said...

NO he visto la peli de Coppola, en cuanto la consiga, ya te diré.

Regresando a ver las novedades de tu bló.

Saludos.

Anonymous said...

Me encantó la película de la Coppola y me, dejó con ganas de leer la biografía en la que se inspiró..Me encantó esa escena final en la que ella dice: "Me estoy despidiendo" y todas aquellas escenas en las que se muestra de manera descarnada, al tiempo que pop, la tremenda soledad de una de las reinas más famosas de la Historia. Saludos

tu.politóloga.favorita said...

Me gustó la forma en la que relacionaste el estudio de la vida de una persona con una relación interpersonal imaginaria. Claro que fundamentar esto con teorías fallidas de Descartes (a pesar de su excelente método) no es tan buena idea.
Creo que es muy acertado pensar que el leer sobre errores cometidos por otros (v. gr. el cambio de estilo de vida de Rahel Varnhagen) es sinónimo casi perfecto de una amiga diciéndole a otra algo típico de niñas de primaria: nunca cambies.
saludos!

Silencio said...

Como era tu amigo imaginario, si lo tenías?

Cuando iniciaba en esto de los blogs, cuando entraba en disyuntiva o había más de una elección, usaba ese otro yo al que le confería algunas características que no podían encontrarse en la misma persona, así a dos vopces, podíamos tomar una misma elección, pero cual esquizofrénico, la otra voz comenzaba a hacer de las suyas, a tener sus propios amigos, etc, etc, cuando todo se hizo intolerable, bueno pues con un taladro lo acabé. Así que pense que era bueno acabar con el amigo imaginario de una vez para siempre, que había tenido formas de muertos, vivos y finalmente la mía.

De la película me gustó mucho que casi todas las películas de esa época son muy lugubres y pacere que buscan la música más solemne, lo que hace que esperes el resultado. de esta, era fascinante, todo el tiempo, como renovar esos excesos, me parecía que en el momento que deja Versalles, está dejando atrás la adolescencia, la inocencia, como dices, y que dificilmente podría uno registrar a la mujer que sigue y será decapitada.

Un abrazo.

Yayo Salva said...

Nunca entendí bien eso de las amistades imaginarias, quizás por mi irrenunciable tendencia a la carnalidad, al epicureísmo.
Leerte es un sano ejercicio para el intelecto.
Saludos.

Mario said...

Guillermo:

Hay tantas cosas por leer y tan poco tiempo para hacerlo. Debo confesar que de él sólo conozco "Robinson Crusoe" y algunas de las derivaciones de esa historia que se ha vuelto mítica, como la lectura que hizo Buñuel o la de Michel Tournier. Hace mucho vi de pasada en la televisión una versión en cine de "Moll Franders", pero no me acuerdo mucho... Es curioso como la hija del gran Francis a unos les dice mucho y a otros casi nada. A mi me gustan mucho sus tres películas, pero conozco a muchos amigos muy queridos a quienes simplemente les producen indiferencia... Un abrazo, y muchas gracias por venir por acá y comentar...

Ish:

Me encantan esas mujeres que súbitamente se vuelven tus amigas y te demuestran que eso de la camaradería masculina o la solidaridad femenina son construcciones tan elásticas como los propios afectos. Si se pone uno riguroso, las razones de cualquier ser humano son razones azarosas, producto del impulso, aunque tengan objetivos más o menos concretos. Por eso vale la pena vivir: porque cualquier enseñanza, por muy arraigada que esté, se puede desaprender... Un gran abrazo, y brindo por esas bromas...

Querido Inmundo:

El mundo de esas vírgenes suicidas está tan bien construido, su sordidez tiene un aroma tan delicioso a vainilla, que uno acaba formando parte de la corte de pubertos imberbes que las convierten en sus obscuros objetos del deseo. Yo creo que hay mucho de esas vírgenes suicidas en el personaje de Scarlett Johanson o en María Antonieta. Ese sentimiento de la vida sin aliento que tan bien describes, eso de estar pero no estar al mismo tiempo, de ser posmoderno y portar anhelos muy clásicos, jejeje... Aunque me gustan las tres pelis de Sofía, a veces me siento más afín a la primera o a la segunda película. A "María Antonieta" le hace falta la prueba del añejo todavía... Un abrazo

Josué:

Los amigos imaginarios son un poco como los héroes que todo lo pueden y que aunan a la fuerza física la fortaleza moral. Un filósofo alemán del siglo XIX, Ludwig Feuerbach, pensaba que nosotros creamos a Dios como una especie de superhéroe, como un amigo imaginario, en el que depositamos lo mejor de nosotros mismos. Para Feuerbach, es que tendemos a olvidar que Dios es una creación humana, y usamos esas características de bondad y fuerza extrema para descalificarnos a notros mismos... Interesante el planteamiento de este superamigo imaginario... Un abrazo

MakiMaki:

Tienes mucha razón: eso de inventarse amigos imaginarios sirve para rebajar la ansiedad. Supongo que tiene que ver con el objeto transicional que te permite abandonar el universo cerrado que es tu casa para integrarte al mundo. A unos no les hace falta, dependiendo del carácter. Otros no saben más que relacionarse con gente imaginaria. En cualquier caso, es bonita esa idea de que tu puedas entablar un diálogo con gente del pasado, con la tradición que la historia ha colocado sobre tu espalda de manera no voluntaria... Gracias MakiMaki y, de nuevo, un abrazo

Óscar:

Claro! El amor no correspondido también puede ser imaginario, y eso constituiría un golpe de ironía terrible. Yo creo que Sofía tiene muchos amigos reales interesantísimos (los chicos de Air, su novio de Phoenix, el clan Coppola, Spike Jonze, Los Strokes), pero siempre hay que buscar compañía -aunque sea imaginaria, para mantener ese diálogo que el pensamiento necesita para existir- cuando la gente se ha ido, cuando la premir de la última película se termino y hay que saldar cuenta con la almohada... Muchas gracias por comentar, y va un abrazo hasta los lagos de Illinois...

Mario said...

Senses:

Suele pasar que pasados los 30, algunas de las mejores conversaciones sean las imaginarias. Pero también hay que darle una oportunidad al mundo real, para que rompa con nuestro escepticismo. Por lo menos, alguna vez. Ahora bien, un tipo de conversación no excluye a la otra; se pueden mantener relaciones imaginaria y reales, aunque el riesgo permanente es no saber distinguir unas de otras, jejeje... Sobre Sofía Coppola, es muy curioso lo que dices sobre si ella temía o no por su cabeza. Parece que la reacción después del pase de su película en Cannes fue muy negativa. Todo el mundo la tachaba de megalomaniaca por querer contar una historia que no le pertenecía, por el detalle de los Converse y la música anacrónica. Lo mismo dijeron de Sally Potter con "La lección de tango". ¿Crees tú que tendrá que ver que sean directoras mujeres en una industria misógina el que se les critique por audacias que sólo serían bien vistas en los hombres? Personalmente no lo sé, quizá últimamente he leido a muchas feministas, jeje... Un abrazo

Sergio:

Gracias por pasarte un momento por aquí, y una disculpa por responder hasta ahora. Quiero más tiempo para leerte, con calma y disfrutar tu escritura. Algo curioso es que en general, aunque ya me bloquearon Youtube y el Messenger en el trabajo, puedo ver casi todos los blogs sin problema. Pero el tuyo aparece bloqueado, no sé por qué. ¿Algún contenido subversivo? ¿Alguna cuenta pendiente con la justicia?... Así que sólo puedo verte de madrugada, y desde mi casa... Aún asi, un abrazo para vos

Chico:

Esos momentos "muertos" de la película son maravillosos. Cuando la reina tiene el mismo sentimiento de abandono y desasosiego que cualquier ciudadano común y corriente. Es María Antonieta separada de su perrito en la frontera con Francia, ella contemplando a la distancia a Madame Du Barry, entregándose al coqueteo con su oficial de caballería, con los ojos en blanco en el lecho nupcial sin atreverse a tomar al iniciativa en el juego amoroso. Sensaciones de extrañeza y extranjería que no tienen tiempo ni espacio... Descarnado y pop, como la escena en que Kirsten Dunst languidece de amor por su oficial en la cama que apenas comparte con el rey, al tiempo que suena "What Ever Happened" de Los Strokes:

I want to be forgotten,
and I don't want to be reminded.
You say "please don't make this harder."
No, I won't yet.


Mi politóloga favorita:

Como siempre, me pones de buen humor. Eso de "nunca cambies" es algo que está muy arraigado en los amigos imaginarios; de la misma forma que perderse en ese entramado idealista cartesiano, jejeje... El pobre Descartes creo que no tuvo amigos imaginarios. Más bien tuvo un enemigo imaginario: el genio maligno que -cual diablillo de pastorela- lo sacaba de quicio muy a menudo. Y cuando se le ocurrió tener una amiga princesa, en Suecia, las clases que le daba por la madrugada lo mataron de una pulmonía. No se si sea cierta esa historia, pero es curiosa y vale la pena contarla... Muchas gracias, chica politóloga y va un abrazo hasta tus dominios

Silencio:

Mi personalidad blogger es una especie de amigo-enemigo imaginario. Es un tirano que no me deja dormir si se que han pasado más de diez días sin postear; pero también me dice que lo que yo piense pues es sólo eso, una chaqueta mental que no tiene mayor trascendencia más allá del monitor de la computadora. Y siempre está el gusanito de querer volver a empezar el juego masoquista... Lo que cuentas sobre la lucha con el otro Silencio (el de Canción de Infierno, el del Tonel del Odio), me gusta esa idea de que la esquizofrenia pueda vivirse a dos voces, que se contradicen y se complementan a cada paso. ¿Ahora cómo te encuentras? A mi me da la impresión que las libélulas rojas, y las instrucciones para huir del continente, junto con las películas de Fassbinder, te han dado una tregua con ese otro Silencio que es tan interesante como el original. ¿Podría ser uno espurio y el otro legítimo?... Un gran abrazo...

Yayo:

Ya sospechaba yo que eres un hedonista, y además un hedonista comunitario que no resiste la tentación de compartir los placeres. Eso es genial. Con amigos como tú, uno podría bien guardar en el cajón a los amigos imaginarios y salir a tomarse una copa de vino discutiendo las cosas reales y las imaginarias que se cruzan por la mente... Me gusta la idea... Un abrazo, y gracias por estar cerca

Arkturo said...

Woaaoo!!

Me eh quedado boca abierta con la narración de los frikis amigos imaginarios y su función en nuestra surreal vida, dios, que increíble el lazo entre doña Chofi y esa vieja reina adolescente, al igual que Hannah y Arendt. Creo que desde mi vida, y desde que tengo conciencia de ponerme bien los pantalones, mi única amiga, (hay que darle entorno femenino a las cosas), a sido kelly, recuerdas cuando me conociste?, cuando asustado contestaba esas preguntas sobre que era de mi vida y de mi premiere en la tuya?. Kelly sin duda alguna me hizo desatar un puñado de críticas destructuvias que tenía en el cuerpo, me hizo alumbrar esperanza y darme votos sobre la liberación interna, y gracias a ello, ahora no pasará esa destrucción a los lujos y coss materiales, desde el 2005 Kelly me ah servido para enamorarme de la música, para ponerme a jugar ténis dentro de un campo de la vida que solo admite raquetas firmadas por Forrest Gump en el chin del Ping Pong, me ha hecho infinidad de cosas que me de manera implicita me han hecho decirme al subconciente que debo de tener calma para liberar al mounstro que llevo dentro, mounstro que espero y no mate, y sí ayude a la gente por medio de letras, palabras e imágenes, espero y Kelly en mi juicio que será en trece años cuando cumpla 29, sea una sentenciada para que sepa responder a cada una de las preguntas y cuestiones, que la hagan valer por las accciones que ha hecho en todos estos 13 años de cambios radicales.

y aún anda por aquí kelly, ahora se marcha Quebéc a un jugoso festival de Jazz en la segunda ciudad francofónica más grande del mundo.

-Further-