Estamos acostumbrados a pensar que la ética –no una ciencia ni una técnica– es el arte de vivir bien, de comprender aquellas formas de comportamiento que son auténticamente humanas y que implican un fortalecimiento de la autonomía y de la responsabilidad individuales. Pero también nos hemos habituado a pensar que este arte de vivir bien se define a partir de dos tipos de conductas que la ética prescribiría: la virtud y el vicio, y que cada uno de estos términos excluye al otro. Para la ética cristiana, por ejemplo, el tribunal que decide lo que es virtud y lo que es vicio no radica en el interior de la conciencia, sino que se localiza en la mirada de Dios que elige salvar a quienes no dudan en tomar el camino –casi siempre el más penoso, el más largo– que a Él los conduce. Entonces, la virtud se convirtió en lo opuesto del pecado, en el aliento divino que encarnado es capaz de derrotar al mal sin mayor problema.
Pero las cosas no siempre fueron así. En su libro La fragilidad del bien, La filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum nos propone comprender la ética griega antigua a partir de una oposición totalmente diferente a la que divide a la virtud del pecado: pensando a la virtud como la forma de dominar, al menos de manera parcial, a la fortuna. De acuerdo con esta idea, para los griegos, la civilización se construye para tratar de crear cierto orden en el que sea posible la vida humana, sabiendo que la última palabra siempre está dada por la fortuna. Nussbaum cita uno de los más hermosos fragmentos de Píndaro para apoyar esta idea: el que se refiere a la vid, que necesita del cuidado, la luz, el agua y el suelo nutricio para crecer, pero que también requiere de un poco de buena fortuna para pasar desapercibida por quien la iba a pisar cuando todavía era demasiado joven para resistir. De la misma forma, la vida humana estaría necesitada de cuidados, de protección cuando somos más jóvenes y frágiles, pero también de no estar expuesta a aquellas catástrofes que no está en nuestras manos controlar.
La virtud enseña a los seres humanos que hay ciertos comportamientos –la búsqueda de la sabiduría, la justicia, la belleza– que fortalecen la vida frente a la contingencia, pero también despierta la gratitud en quien reconoce que su supervivencia dependió, en buena medida, del azar, de haberse salvado de la muerte cuando muchos no lo hicieron. En el contexto de la ética griega antigua, la virtud no es precisamente lo opuesto de la fortuna, pero si una forma de reconocer la medida de las fuerzas humanas y de hacer al individuo consciente de aquella parte de su existencia que debe al azar. Los griegos dedicaron buena parte de su teoría ética a trazar las coordenadas que permiten al ser humano transitar desde la naturaleza hasta la civilización, precisamente, para mostrar lo fácil que es extraviarse en este camino y naufragar por causa del azar y la fortuna.
Un individuo con suerte, de este modo, es quien está vivo para poder reflexionar sobre la forma en que sus fuerzas le permitieron dominar el azar, pero también quien reconoce lo inútil que es cualquier logro humano frente a la fuerza de lo que no está en su voluntad controlar. Aunque es responsabilidad completa de quien siente el amor relacionarse de una manera justa con la otra persona, correspondió a la suerte haber puesto a dos seres tan diferentes en un mismo camino. Siempre uno puede decidir si se comportara de manera moral o inmoral frente a los demás, pero existen circunstancias particulares –el campo de concentración es el ejemplo más evidente– que vuelven nebulosa la diferencia entre un acto de crueldad y un acto de supervivencia. Frente a la conciencia de lo mucho que el azar domina nuestras vidas y lo poco que significan nuestras fuerzas comparadas con aquél, lo único que nos queda como prerrogativa es la gratitud: agradecimiento por habernos cruzado en el camino de la persona amada y por no estar en una situación que nos obligue a decidir entre conservar la propia vida o tomar la de alguien más.
La conciencia del azar, también implica el reconocimiento de que la suerte en cualquier momento puede cambiar: de mal a peor, de mal a mejor o, simplemente, terminar consumiendo al organismo que hasta el momento había escapado a la muerte. De eso, precisamente, trata “Lucky”, para mi la canción más hermosa de ese bloque de reluciente mármol negro que es O.K. Computer, de Radiohead. Thom Yorke canta sobre la necesidad que todos tenemos en un momento dado de ser salvados del naufragio, de la angustia que resulta de reconocer lo diminutos que somos si nos comparamos con aquello que no podemos controlar y que acaba definiendo el curso de nuestras vidas. Pero en medio de tanta incertidumbre, de acuerdo con Yorke, uno todavía puede darse el lujo de sentir que la suerte puede cambiar; todavía es posible imaginar que todo lo vivido, por muy duro que haya sido, sólo es el preámbulo de algo mejor, de una cierta paz que nos haga olvidar que todo está perdido si nos entregáramos por completo a la conciencia del azar. Nadie puede vivir con los ojos permanentemente abiertos a la fragilidad de la vida humana. Asumir de manera plena que es el azar y no la virtud la constante en la existencia, simplemente nos haría perder la razón.
Uno de los capítulos más hermosos de la tercera temporada de Six Feet Under, termina con “Lucky” sonando desde una ventana de la casa de los Fischer, gracias a Claire. En ese momento de la historia de los Fischer, Nate se encuentra como sobreviviente de su naufragio personal, con muchos bienes y valores –entre ellos, una hija– que logró salvar del hundimiento. Nate simplemente despertó un buen día, con una vida a cuestas que no eligió de una forma completamente consciente. Para los ojos de su familia, la suerte le permitió conseguir una esposa y olvidarse por el momento de Brenda, establecerse en el negocio funerario y abandonar el sueño de cambiar las reglas del comercio mundial en una dirección más justa. Lo que aparece como buena fortuna desde el punto de vista de los demás, es un lastre para el pobre Nate. Sin embargo, la vida lo pilló tan cansado, tan enfermo de tantos cambios y tan repentinos, que está dispuesto a aceptar que es un chico con suerte. Por supuesto, con una fortuna que no es responsabilidad suya, con las bendiciones de la una vida que no eligió y recogiendo los frutos que no fue capaz de sembrar con anticipación. Pero, aun así, la buena fortuna le ha caído del cielo a Nate y él empieza a sentir, frente a la hoguera en la que se consume la vida tal y como él lo conocía, que su suerte siempre puede cambiar. Mientras tanto, la desgarrada voz de Thom Yorke repite incesantemente “I feel my luck could change”.
Mi posición se parece un poco a la de Nate Fischer en este momento. Tengo la suerte de haber sobrevivido muchas cosas que nunca me habría imaginado tendría la fuerza de soportar. Y he logrado la conciencia de lo poco que debo a mis propias fuerzas, y de que mucho de lo que soy en este momento es causa del azar y la contingencia. Y todavía tengo un poco de optimismo para pensar que, no obstante la hoguera en la que se consume buena parte de mi pasado, todavía mi suerte puede cambiar. Hace un año exactamente comencé a escribir en este espacio, y tuve mucha suerte de haber encontrado interlocutores pacientes para seguir mis pensamientos, la mayoría de las veces desordenados y caóticos. Hace un año, el 7 de septiembre de 2006, comencé a darme cuenta de que la comunicación humana, en cualquiera de sus formas, es un bien terriblemente escaso y que se debe agradecer cuando se produce de manera fortuita. En ocasiones, el azar me impidió escribir todo lo que quería y de la forma en que deseaba hacerlo. Pero este espacio es ejemplo de cómo a uno la suerte le puede cambiar de manera súbita. “I feel my luck could change". Mi gratitud absoluta a todos los que han llegado, acompañados por la voz de Thom Yorke, al punto final de este texto que pretendía hablar de lo que para mí ha significado un año de buena fortuna...
// Say you were split, You were split in fragments/ And none of the pieces would talk to you/ Wouldn't you want to be who you had been?/ Well, Baby I want that too./ So better take the keys/ And drive forever/ Staying won't put these/ Futures back together/ All the perfect drugs and superheroes/ Wouldn't be enough to bring me up to zero// Aimee Mann, "Humpty Dumpty" (tratando de poner en orden las piezas que quizá nunca estuvieron en su lugar)
Thursday, September 06, 2007
Un año de buena fortuna
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15 comments:
Mario,
Muchas Felicidades por este año. Yo casi llego a uno en un par de meses y sí, es interesante -como dice Ben- voltear atrás y ver lo que se ha hecho y en tu caso, me parece sobresaliente.
Aquí me tendrás de lector cautivo, sonriendo por las fabulosas coincidencias y escucdriñando un poco esa mente privilegiada y lúcida que tienes.
No sé si esté de más pero... me encanta cómo y lo que escribes.
Te mando un súper abrazo.
Mario !!!
nombre que buenoes saber que cumples un año mas ya tenia rato de no pasar por aca, y me encuentro con esto, deveras que leerte ati es un buen ejercici, deveras que si.
un fuerte abrazo!!!
el blog que cumple un año mas !!!
tremendo post para celebrar tu primer aniversario, felicidades, pero la suerte la tuvimos nosotros en encontrar a alguien que tiene cosas importantes que decir.
estremecimiento. tus referencias pertenecen a mi universo: de six feet under ya hemos hablado, y el ok computer de radiohead.
sobre el azar, la película de kieslowski del mismo título. creo que elazar me hizo crear un blog, y el azar me ha llevado hasta vosotros. me gusta el ejercicio mental que nos obligas a hacer en cada post. nos obligas a pensar y pensar-nos.
echo de menos tus visitas.
un abrazo.
Cuánto más sabio suena eso de virtud/ fortuna que lo de virtud/ pecado. La cultura trabaja contra el sinsentido, lo explica, lo subsume a sus relatos y qué mayor sinsentido que la suerte, el puro azar, la contingencia.
Saludo a la fortuna que me trajo hasta este sitio y a la virtud de sus industriosas reflexiones. Y felicito al autor/ editor por el año de sostenida escritura.
Asumir que es el azar y no la virtud la constante en nuestra existencia nos haría perder la razón, sin duda, no hay mayor libertad que poder elegir qué camino tomar frente a ese azar, como la pluma de Forrest Gump.
Mis felicitaciones por el año transcurrido y por la elección de palabras que vertiste en él, más de una vez me ayudaste a ver y pensar desde un lugar que no conocía.
Besos, y espero tus palabras varios años más.
EXcelentes reflexiones. Y feñlicidades por el año cumplido en estas páginas.
Saludos.
Estoy de acuerdo contigo: La suerte social y natural son puntos de partida cambiantes para cualquier vida humana. Nuestra fragilidad es inescapable: aun cuando lográramos un orden social justo, siempre restaría la posibilidad de que un meteorito acabara con la vida en el planeta. A lo que puede objetarse la concebibilidad de producir un arma que desintegrara a la roca antes de que pudiera hacernos daño... Parece que sólo puede concluirse que únicamente unos seres infinitos y perfectos, fuera del espacio y el tiempo, podrían evitar el sufrimiento que supone vivir.
¿Pero siempre podremos aspirar a establecer una comunidad política que haga posible la vida humana, sin dominación?
Mario, felicidades por el año que llevas escribiéndonos en este tu blog. Que otros años sigan al cumplido.
Felicidades absolutas. Espero me envíes de nuevo tu celular para agendar un encuentro tan ansiado como pocos... Un abrazo.
la cuestión de azar y voluntad es interesante... porque aunque fortuna siempre nos regala giros sorpresivos en la historia, estamos aquí para retomar lo que queda, para hacerle un revire a la vida e inventar algo nuevo, para sostener la existencia mediante actos.
Yo sé que en la vida de internet los permisos son cosa de otros tiempos y que la cortesía a veces desaparece porque es difícil que te escupan en la cara, pero...
Saltando de blog en blog (hablando de casualidades afortunadas, como me gusta llamarlas a mí)me he encontrado el tuyo. Al principio, me llamó la atención el nombre, pero cuando empecé a leer, creí que sería uno de esos blogs pretenciosos cargado de referencias filosóficas insufribles de escuelita... pero seguí leyendo y heme aquí pidiéndote permiso para agregarlo a mi lista de links. Hace mucho que no leía cosas interesantes en un blog.
Saludos!
Ben:
Muchas gracias por los buenos deseos. Un año es mucho tiempo para que pasen cosas, aunque también es poco comparado con el resto de la vida. Y en medio, como diría Virginia Woolf, siempre quedan las horas del días, en las que es difícil vencer la tentación de declarar la propia vida zona de desastre... Pero seguimos aquí, en cualquier caso... Un abrazo, Ben...
David:
Gracias por esas palabras, por la generosidad y, sobre todo, por la paciencia. Hablas de coincidencias, y no puedo estar más de acuerdo: leerte es muchas veces como leer lo que yo quise escribir o que quise decir, pero no pude. Y como sabes de coincidencias, también sabrás que todo lo que dices es mutuo.... Un gran abrazo, señor, que todavía nos quedan muchas películas por descubrir...
Josué:
Gracias por darte el tiempo para venir por aquí. Yo también quisiera tener más tiempo para surfear por tu blog, y por los de quienes me hicieron este año más feliz o, si se quiere ver, un poco menos duro el trayecto. En tu caso, te descubrí muy al principio con la mediación de Issa, y veo cómo has cambiado a través del tiempo. Y quiero seguir siendo testigo de ese proceso de maduración, que no siempre es terso... Un saludo, Josué...
Oscar:
Tienes mucha razón: he descuidado mucho mi otra existencia, en la blogósfera, pero prometo ponerme al día. Aunque no comento, siempre los leo a ti y a aquellos que me permiten refrescar mi sentido del asombro y la curiosidad... Pero siempre nos quedará Kieslowski, el punk, los libros en común, la vida de los Fischer, Ripstein y sus vericuestos emocionales, y ese sentido del humor que es tan atractivo en tu caso... Un gran abrazo
Cinzcéu:
Como decimos acá en México: lo del final hasta salió en verso, sin mucho esfuerzo... Las oposiciones entre conceptos, más que responder a un reflejo de la realidad, ayudan a explicar las cosas, a comprender el proceso que (como diría Foucault) constituyó cosas que hoy nos parecen como sólidas e impenetrables. Un año es un buen espacio de tiempo para desmontar, y hacer el ejercicio de lectura retrospectiva. En mi caso, quizá no es que haya buscado tanto la conducta virtuosa como el comportamiento responsables, conmigo y con los demás... Seguimos en el camino, ensayando formas de leer la historia personal y la colectiva... Y esperando antes de la lluvia... Un gran abrazo...
Grismas:
Tienes mucha razón cuando dices que asumir a cabalidad el predominio del azar en nuestras vidas, nos haría perder la razón. De cierta forma, he llegado a pensar que la certeza es una forma de inconciencia frente a lo cambiante que es el mundo: aceptamos que el día de mañana el sol saldrá como siempre, que el camión nos recogerá en la esquina de siempre y que al final del día, después del trabajo, todo seguirá igual una vez que encendamos la luz de regreso a casa. Sólo así es posible una vida, construida a partir de islotes de seguridad en un océano de confusión y cambio. No obstante, también creo que siempre (o al menos casi siempre) existe la posibilidad de aceptar (modificar, rechazar) la forma en que el azar cae sobre nosotros. Y entonces sería diferente caminar bajo la lluvia porque no hay donde guarecerse, que caminar porque se anhela el placer de la frescura del agua corriendo por la cara... Mi gratitud y mis mejores deseos para ti, y un beso de vuelta...
Yayo:
Se siente muy bien encontrar siempre "caras" conocidas en los comentarios a lo que uno escribe, personas que se han vuelto compañeros de ruta y que están dispuestos a ver el mundo desde la perspectiva que uno propone. Aunque eso no garantice el acuerdo. Como tus viajes a Portugal, de los que me siento partícipe, aunque nunca haya estado allá... Gracias por tu presencia y los buenos deseos... Un gran abrazo, Yayo...
Carlos:
Creo que siempre podemos tener ese tipo de aspiraciones: la justicia en las sociedades, la solidaridad entre las personas, el derecho a equivocarse si es producto de una elección. Pero siempre queda la duda de si una forma de construir la certeza, sobre todo en lo que tiene que ver cuando aparece otra persona en el horizonte, es intentar colonizar su mundo, poseer para asegurar nuestra propia tranquilidad. Creo que siempre se pueden tener ese tipo de aspiraciones, lo que dudo es que seamos siempre justos para plasmar esas aspiraciones en la realidad... Un gran abrazo
Manu:
Te mando eso inmediatamente, Manu. Sin embargo, veo con tristeza que el Erario y tu han decidido suspender la escritura en sus respectivos blogs. Respeto la decisión, pero tal vez podrían reconsiderar... Luego me contarán el motivo de esto... Un gran abrazo, Manu...
Furtiva:
Exacto! El azar nos lleva a recibir el impulso que alguien dio a la bola para cambiarla de lugar, y a la vez a nosotros nos toca darle un nuevo impulso a las vidas de alguien más. Una palabra dicha en el momento equivocado, una mirada no correspondida, pueden tener consecuencias fatales o milagrosas para los demás. El efecto mariposa, aplicado a las relaciones interpersonales. Pero siempre tiene que ser posible pensar en la forma menos dolorosa para responder al azar, hacer un hueco de control en medio de tanta incertidumbre... Un abrazo, y gracias por encontrarme y comentar...
Sebastiana:
Como en "Magnolia", con música de Aimme Mann de fondo, las historias se cruzan de maneras inesperadas. Sólo falta la lluvia de ranas para que el azar se haga con el control de la situación... Muchas gracias, un abrazo y seguimos en contacto
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