Friday, November 03, 2006

Viaje al corazón de las tinieblas



Hannah Arendt, en su libro Eichmann en Jerusalén (1963), formuló la tesis que la hizo célebre y objeto de críticas por parte de la comunidad judía de su época: la banalidad del mal, para referirse a la superficialidad del carácter moral de los oficiales nazis. A consecuencia de sus afirmaciones sobre la colaboración de los consejos judíos europeos con el gobierno nazi para organizar la transportación de personas y la confiscación de sus bienes, Gerschom Scholem le reclamó a Arendt que no tenía corazón y que se había olvidado de lo que significaba ser hija de Israel. Por su parte, Walter Lacqueur señaló que el libro sobre Adolf Eichmann era producto del desprecio que Arendt sentía por todo el mundo, incluida ella misma. Arendt no quiso referirse al sufrimiento de los judíos y otros grupos como consecuencia del nazismo, como insignificante o merecido. Al contrario. Lo que Arendt quiso decir, me parece, es que las peores formas de irresponsabilidad y violencia no son producto de una personalidad maligna, sino al contrario, de las acciones seres banales en su incapacidad para imaginarse las cosas desde un punto de vista diferente del propio. Hitler no era un demonio, aun y si estaba empeñado porque el mundo lo viera de esa manera. Eichmannm por su parte, fue un simple oficial nazi que era incapaz de dar razones de sus acciones, que derivaron en la muerte de millones de judíos, y su mayor orgullo siempre fue obedecer las órdenes de sus superiores sin oponer la menor resistencia. Por eso Hannah Arendt afirmaba que el mal es como un hongo o como un virus, los cuales sin ser organismos fisiológicamente muy complejos, pueden destruir el suelo de un bosque completo o una comunidad humana entera. Para ella resultaba muy iluminadora la idea que Joseph Conrad plasmó en su obra El corazón de las tinieblas, según la cual el mal es una tentación permanente para los seres humanos que se hallan viviendo al margen de instituciones y leyes que frenen sus conductas criminales.

Un periplo similar –desde un acercamiento imparcial al mal radical hasta la conclusión del carácter banal de sus perpetradores–, es el que describe el cineasta alemán Oliver Hirschbiegel en su película El hundimiento (2005). La película generó un debate en Alemania, precisamente, por presentarla su director como un intento por humanizar la figura de Adolf Hitler. Frente a la idea de considerar a Hitler como algo diferente de un monstruo inhumano, buena parte de la sociedad se escandalizó. Reacios a enfrentarse con un ejemplo de juicio político novedosos sobre el pasado reciente, ciertos alemanes se negaron a considerar las virtudes de la película –en especial la interpretación del actor suizo Bruno Ganz. Una predisposición a evaluar imparcialmente las virtudes y defectos de una obra, también la padeció Arendt al momento de escribir Eichmann en Jerusalén. A Arendt siempre la pareció una solución política muy cómoda pensar que la bestialidad de Hitler era inédita en la historia y que, por lo tanto, una vez muerto, la posibilidad de una renovación del totalitarismo se cancelaba. En el caso de El hundimiento, más que humanizar a la figura de Hitler, lo que hace su director es elaborar una aproximación imparcial e inédita a sus últimos días de vida.

La película inicia con el testimonio de Traudl Junge, la secretaría particular de Hitler en los días del búnker en Berlín, poco antes de morir, intentando disculpar su complicidad con el nazismo alegando que ella era muy joven para saber del exterminio de los judíos y que nunca estuvo en sus manos tener una perspectiva general de las cosas y que, si lo hubiera hecho, su posición insignificante en el aparato burocrático le hubiera impedido oponérsele. A lo largo de la película, la cámara de Hirschbiegel recorre los pasillos del búnker siendo testigo de la gradual huida de los colaboradores más cercanos a Hitler, de las fiestas fuera de lugar que Eva Braün organizaba para celebrar la victoria que nunca llegó, del asesinato de los hijos de Joseph Goebbels a manos de su madre para privarlos de vivir en un mundo sin nazismo, de los discursos heroicos que pronunciaron oficiales de alto rango antes de suicidarse y, sobre todo, de la incapacidad de Hitler para percibir la inminente derrota, cobijado por la ideología y con la esperanza de recibir ayuda de ejércitos imaginarios. Tras contemplar todos estos actos de irresponsabilidad política, discursos ideológicos proferidos sin pudor en medio de una ciudad en ruinas y suicidios masivos en nombre del honor, Hirschbiegel nos deja con una sensación de vacío y nausea, la misma que se genera en Traudl Junge a través de lo que ella describe como un profundo sentimiento de irrealidad. Hirschbiegel intenta encontrar una fundamentación moral de los motivos de Hitler y sus colaboradores más cercanos y se topa con el vacío. El juicio político del cineasta alemán es exitoso en la medida que nos confronta, a partir de la evidencia histórica disponible, con lo ocurrido en el búnker de Berlín y con los actos cobardes cubiertos de megalomanía de un puñado de seres banales que, paradójicamente, ocasionaron un mal radical e inédito. La película concluye con la misma imagen con la que inició: Traudl Junge en primer plano, confesando ahora su vergüenza por haberse negado a abrir los ojos frente a la realidad.

El juicio político de Hirschbiegel no es simplemente especulación y tiene un fundamento histórico sólido en el diario de Traudl Junge y las investigaciones de Joachim Fest. De acuerdo con Fest, la época de Hitler “termina con una caótica serie de sucesos, llenos, como apenas ninguna otra historia, de contradicción, ceguera y drama. El observador se encuentra con destinos personales terribles, incluso trágicos. Sin embargo, le resulta difícil emplear la palabra tragedia. Para eso hubo en juego demasiada sumisión, demasiado ciego servilismo” (Joachim Fest, El hundimiento. Hitler y el final del Tercer Reich, México, Galaxia Gutemberg, 2005, p. 201).

[Sobre el problema del mal y su tratamiento filosófico-político, me parece que es de lectura imprescindible el libro que mi asesora de tesis ha compilado sobre el tema: María Pía Lara (ed.), Rethinkign Evil. Contemporary Perspectives, Berkeley, University of California Press, 2001.]

11 comments:

Yayo Salva said...

Excelente comentario. Coincido contigo en muchos puntos, aunque no he leído el libro de la Arendt. En época de contragolpes no se permite banalizar al que dio primero. El nazismo, como el fascismo, fagocitó a tus propios creadores. La violencia y la crueldad gratuítas son más terribles y condenables, si cabe, que las acciones de un monstruo consciente, también condenables por supuesto.
Me gustó "El hundimiento". Refleja muy bien la influencia y el papanatismo del Cabo prusiano y el mundo de ratas chuponas del que se rodeó el muy gilipollas. Un saludo.

Arkturo said...

una de las cosas que casi no tolero, es que no leo libros :(

pero de lo que poco persiví, es que hitler no era un gilipollas del todo..

el hundimiento, que fríaaa película en serio..

Arkturo said...

por cierto mario :( quiero que te conectes :(((

Arkturo said...

habrá posibilidad de que me valla a vivir contigo ???

:|


:|

:(

Mario said...

Yayo:

De hecho, este es uno de los temas en que estoy trabajando actualmente en mi tesis, así que me interesa mucho leer lo que ustedes piensan... Como decía el grabado de Goya, el sueño de la razón produce monstruos y Saturno acaba devorando a sus propios hijos..

Arkturo:

Parte de la tarea de la comprensión del pasado, sobre todo si se refiere a algo tan doloroso como esta etapa de la historia europea, tiene que ver con ponerse en el lugar de los otros. Eso trató de hacer precisamente Arendt en su libro sobre Eichmann: tratar de imaginar cómo se vería el mundo desde ese otro punto de vista que resulta odioso, no para justificar sus actos criminales, sino para tratar de entender el nuevo tipo de criminal que el totalitarismo produjo... Perdón, pero últimamente he andado alejado de la computadora, precisamente trabajando estos argumentos para la tesis, pero ya habrá tiempo de platicar, tu aguanta... Gracias, como siempre, por ser cliente frecuente de este pequeño antro de vicio y perdición

Arkturo said...

: ) me encantá tu blog : )

Arkturo said...

pilla esta canción, ando muy inspirado : )

http://www.youtube.com/watch?v=3OegxyEo21s&mode=related&search=

Cinzcéu said...

No he leído ni visto nada de lo que se cita en el post, pero tal perspectiva me parece inteligente y acertada. Aún hoy, tras 60 años de crímenes y genocidios de toda índole, Hitler sigue siendo "el Mal", como si el mal fuera una esencia diabólica que encarna en un sujeto y, por lo tanto, disculpa a todo el resto; como si no fuera una categoría social y lábil que hoy inviste a unos y mañana a otros, siempre con una lógica maniquea y un concepto individualizante de lo político. Hoy "el Mal" son unos pocos líderes o falsos líderes musulmanes y "el Bien", unas falsas democracias que dicen combatirlo cuando en rigor son el nuevo nazifascismo. Para tal política, la figuración de unos individuos nazis malos e inhumanos sin relación con su sociedad son la mejor excusa para análogas masacres y similares crímenes; también para construir en el polo opuesto a tanto neofascista que apenas apoya esa política con el silencio o el sufragio cómplices.

Montano TV said...

Nunca he oido sobre eñl libro, investigare para comprarlo

Zelig said...

Querido Mario conozco muy poco la obra de Arendt, más allá de cuatro referencias, pero es muy interesante su punto de vista. En este sentido, Eichmann nunca se consideró un asesino (él nunca había matado a nadie o eso decía) era, simplemente, un funcionario que hacía su trabajo (que fue envíar millones de personas a las cámaras de gas, no lo olvidemos).

Yo vi "El hundimiento" a mí no me chocó la "humanidad" o no de Hitler sino su figura paranoica e incluso pusilanime, los expertos como Fest dicen que era así en sus últimos días, pero realmente a mí me cuesta creer que es personaje tan "débil" sea el Hitler que sedujo a Alemania, y le llevó al poder ganando unas elecciones democráticas (dato muy a tener en cuenta, para los que piensan que una barbaridad como esa no puede volver a repetirse).

Me quedo con la interpretación de Ulrich Mattes haciendo de Goebbels. Poco después haría "El noveno día" en mi blog hablo de ella, una pequeña obra maestra, con un personaje totalmente opuesto, un cura perseguido por el nazismo.

Mario said...

Arkturo:

Particularmente, esa canción de Coldplay me conmueve mucho, por esa voz que dice simplemente "the truth is that i miss you". Gracias por compartirla... Ahí te va una recomendación mía que creo debes ver ("When people run in circles is a very very mad world"):

http://www.youtube.com/watch?v=D1Nq086QB1Q


Cinzcéu:

Tienes mucha razón: hay una tendencia a observar la política en blanco y negro, cuando la mayoría de nosotros nos encontramos en medio, llenando una gama de grises que tiene que ver con nuestra libertad de elección. Será por ese maniqueísmo que la teoría política de Carl Schmitt en base a la distinción entre amigos y enemigos(por supuesto, descontextualida)se ha vuelto tan popular a la hora de justificar las decisiones al interior de un Estado que violan los derechos fundamentales y a la hora de decidir incursionar en otros territorios para llevar democracia donde no la hay...


Montanito:

Sobre Hannah Arendt trata, precisamente, el trabajo de tesis en el que me hallo sumido a la mitad en este momento. Pronto publicaré algo, para que me den su opinión...


Zelig:

Has dado en el clavo: la posibilidad del totalitarismo no se acabó con la derrota de Hitler. Como tú sugieres, él sólo dio voz pública a un discurso antisemita que estaba presente en la sociedad europea. Precisamente, desmitificar el mal es una tarea que tiene que ver con la comprensión de aquellos elementos totalitarios inherentes a la modernidad y que todavía están presentes en nuestras estructuras institucionales... Eichmann, simplemente, decía que él era un funcionario que cumplía con su trabajo y que ni siquiera era particularmente antisemita. Arendt documenta la forma en que él se convirtió en "experto en asuntos judíos", es decir, experto en todos los prejuicios que circulaban en la esfera pública europea sobre los judíos. Él llegó a decir que siempre trató de eliminarlos, cuando ya era inevitable, con el mínimo dolor posible. Precisamente, se trata de el nuevo criminal que emerge del totalitarismo: aquel que es capaz de provocar la muerte de millones de personas sin siquiera accionar el mismo el gatillo de una pistola... Ulrich Mattes es un gran actor, a lo que ayuda una fisonomía particular que se ajusta a cualquiera de los dos lados de la moneda. No he visto la película que dices, porque no se ha exhibido en México. Sin embargo, la buscaré por internet ahora que veo que es importante por lo que tu comentas. De nuevo, buscaré en tus archivos secretos sobre "El noveno día". Como siempre, es un placer dialogar con vos...