Va la reflexión final de "Efectos secundarios", puro lugar común, pero que ahora que se acercan mis 28, como que me caló:
En el fondo, no hay nada que hacer. Siempre tendrás dieciocho, porque eres joven sólo una vez, pero inmaduro para siempre. No hay instrucciones para cumplir treinta. Pero si las hubiera, serían estas:
• Haz una lista de todo lo que no te gusta de ti y luego tírala. Eres el que eres. Y después de todo, no es tan malo como te imaginas un domingo de cruda.
• Tira el equipaje de sobra. El viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante. Y además jode la espalda.
• No sigas modas. En diez años te vas a morir de vergüenza de haberte puesto eso, de todas maneras.
• Besa a tantos como puedas. Deja que te rompan el corazón. Enamórate, Date en la madre, y vuelve a levantarte. Quizás hay un amor verdadero. Quizás no. Pero mientras lo encuentras, lo bailado ni quién te lo quita.
• Come frutas y verduras. Neta, vete acostumbrando a que no vas a poder tragar garnachas toda la vida.
• Equivócate. Cambia. Intenta. Falla. Reinvéntate. Manda todo al carajo y empieza de nuevo cada vez que sea necesario. De veras, no pasa nada. Sobre todo si no haces nada.
• Prueba otros sabores de helado. Otras cervezas, otras pastas de dientes.
• Arranca el coche un día, y no pares hasta que se acabe la gasolina.
• Empieza un grupo de rock. Toma clases de baile. Aprende italiano. Invéntate otro nombre. Usa una bicicleta.
• Perdona. Olvida. Deja ir.
• Decide quién es imprescindible. Mientras más grande eres más difícil es hacer amigos de verdad, y más necesitas quien sepa quién eres realmente sin que tengas que explicárselo. Esos son los amigos. Cuídalos y mantenlos cerca.
• Aprende que no vas a aprender nada. Pero no hay examen final en esta escuela. Ni calificaciones, ni graduación, ni reunión de exalumnos, gracias a Dios. Felices treinta, viejo. Bienvenido al resto de tu vida.
No comments:
Post a Comment